La madre de M. se escapó del centro de tratamiento a las adicciones

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La mamá de M., la nena de 7 años que fue retenida durante tres días por un cartonero, a mediados de marzo, reapareció en Villa Cildáñez, la zona del sur porteño en la que solía vivir, en situación de calle, hasta el rapto de su hija. Hasta allí llegó luego de haberse ido, anoche, de la Comunidad Terapéutica El Reparo, de San Miguel, donde iba a alojarse para realizar un tratamiento por su adicción al paco, después de que ayer fuera dada de alta del Servicio de Toxicología del hospital Fernández. La recuperación de E. es condición excluyente para que pueda revincularse con la niña, que actualmente vive en González Catán con su abuela y una tía, según pudo saber LA NACION.
Ella no lo dijo, pero se presume que volvió a la zona de la autopista Dellepiane y Mozart, donde tenía instalada su carpa improvisada con plásticos y telas, para buscar a M. Los equipos del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat la buscaron toda la noche en distintos barrios donde se presumía que podía haber ido a buscar a sus viejos contactos. Las autoridades porteñas están, por estas horas, organizando su nuevo traslado al área de Toxicología del Fernández, como escala previa a un otro intento de internación en aquella comunidad terapéutica de San Miguel, en busca de su rehabilitación.
En un informe realizado por Desarrollo Humano y Hábitat sobre el tratamiento realizado a la madre de la pequeña, al que tuvo acceso LA NACION, se detalla que durante 3 semanas se realizó un proceso de tratamiento e intervenciones tendientes a propiciar la recuperación de la mujer, que estaba en una situación de consumo abusivo de paco desde hace al menos 15 años.
El 17 de marzo un equipo la Dirección General de Políticas Sociales en Adicciones (DGPSA), conjuntamente con la Dirección General de la Mujer de este Ministerio, visitaron la casa del padre de E. en Cildañez para contactarse con la familia, contenerlos por la situación y acordar la realización de su tratamiento. Según aseguraron desde el Ministerio, la familia se encontraba con “impotencia, tristeza y angustia de no saber sobre el paradero de la niña”.
Aquel es el domicilio al que, junto a la pequeña, E. solía ir a higienizarse y alimentarse. Ambas vivían en una especie de carpa ubicada entre las intersecciones de Mozart y autopista Dellepiane, en la calle. M. ni siquiera tenía DNI y no iba a la escuela.
Dos días después de la visita a la familia, comenzaron los encuentros de una psicóloga de la DGPSA con E en el Hospital Garrahan, para iniciar primero un proceso de evolución de su situación y luego de “contención y sensibilización sobre la problemática del consumo de sustancias psicoactivas”.