El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) declaró la alerta preventiva sanitaria en todo el territorio del país por un brote de Influenza Aviar (IA), detectada tanto en aves de corral como silvestres, que migraron desde Norteamérica a Sudamérica en el último tiempo.
A través de la Resolución 803/2022, y con la firma de su presidenta Diana Guillen, el organismo recordó que Argentina es un país libre de este patógeno, cumpliendo con los lineamientos de la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OMSA), y que la irrupción de esta enfermedad podría provocar “graves pérdidas económicas por su alta mortalidad e importantes restricciones al comercio internacional de productos avícolas”. En tanto, el incumplimiento de la alerta será sancionado.
La OMSA detectó desde inicios de 2022 brotes recurrentes de IA en Estados Unidos y en Canadá, así como su dispersión hacia zonas de Sudamérica. En estos momentos, está en proceso el período de migración primvareal de las aves hacia el Cono Sur, donde las aves regresan desde las zonas de invernada a las de reproducción –en latitudes septentrionales–.
En cuanto al alcance de la medida, Senasa adoptó nuevas acciones de prevención, detección precoz y atención temprana, y se fortalecieron las ya existentes, con el fin de disminuir el riesgo de ingreso, exposición y diseminación de la influenza aviar en huéspedes susceptibles.
Qué es la gripe aviar
Según el organismo, la IA es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta tanto a las aves domésticas como a las silvestres. Sin embargo, también se ha detectado en especies de mamíferos e incluso en humanos.
Se trata de un virus que tiene alta mortalidad en aves industriales, no industriales y silvestres, y hasta la actualidad no existe registro de vacuna que permita la contención de la enfermedad, que está causada por virus divididos en múltiples subtipos y cuyas características genéticas evolucionan con gran rapidez.
Las aves silvestres suelen portar a la IA en sus conductos respiratorios o intestinales. Aunque muchas veces no se enferman, transmiten de todas formas la enfermedad por lo que son conocidas como reservorios y vectores de virus de influenza aviar y representan el principal factor de riesgo de entrada del virus, junto con el comercio ilegal de aves.
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