Es sabido y asumido por quienes amamos a los perros que, en algún triste momento, ellos se van de este mundo. La esperanza de vida de los caninos en la actualidad es de aproximadamente 14 años. Un número que, comparado con los 75 años de existencia que suele tener un ser humano, pronostica un duelo para el que hay que estar preparados.
Sin embargo, la ciencia nos podría dar una esperanza. Un grupo de expertos de la Universidad de Washington en Seattle está llevando a cabo un estudio para rastrear el envejecimiento de los perros y poder mejorar e, incluso, retrasar ese proceso.
El Dog Aging Project, tal como se denomina a este trabajo, está a cargo de -entre otros- Matt Kaeberlein, un reconocido biólogo estadounidense. El equipo de Kaeberlein busca comprender de qué forma el estilo de vida, los genes y el entorno influyen en la vejez de los perros.
“Queremos usar esa información para ayudar a las mascotas y a las personas a aumentar la esperanza de vida y el período de vida libre de enfermedades”, indican oficialmente desde el Dog Aging Project. Estos especialistas tienen la hipótesis de que su estudio puede conducir, también, a comprender el proceso de envejecimiento de los seres humanos.
Los detalles del estudio
Los científicos a cargo del proyecto están probando fármacos antienvejecimiento en un grupo de 17 perros domésticos que tienen siete o más años de edad. Los resultados preliminares -que aún no se publicaron- fueron positivos, según comentó Kaeberlein. Uno de los medicamentos utilizados es la rapamicina, una droga que según investigaciones anteriores puede prolongar la existencia de gusanos, de moscas y de ratones.
La rapamicina actúa en el organismo bloqueando una molécula que se llama mTOR, encargada del crecimiento y del metabolismo celular a través de la ingesta de nutrientes. “Estoy convencido de que algunas de las intervenciones que sabemos que prolongan la vida útil y la salud de los ratones funcionarán en los perros: es sólo una cuestión de mostrarlo a través de ensayos clínicos”, adelantó Kaeberlein, esperanzado.
Perros más activos
Los dueños de los perros analizados también participaron del estudio para observar el comportamiento diario de sus mascotas, especialmente luego de la ingesta de la rapamicina. Hasta ahora, los comentarios han sido positivos: los participantes indicaron que sus perros están más activos que antes.
“Creemos que es un efecto real. Podría ser una disminución del dolor o de la artritis, o podría ser que los medicamentos hacen que los perros sean hiperactivos”, explicó Kaberlein.
Con el objetivo de tener nuevas y más amplias certezas, desde Dog Aging Project convocaron a 580 perros para un segundo ensayo. A lo largo de un año la mitad de los animales recibirá rapamicina, mientras que la otra mitad tomará un placebo. En los 24 meses posteriores los científicos supervisarán la salud de los caninos con la idea de concluir si el fármaco mencionado extiende o no su vida útil.
Un proyecto similar
En el mismo orden de cosas, el profesor de oncología Andrei Gudkov, quien trabaja en el Roswell Park Comprehensive Cancer Center de Buffalo, Nueva York, está a cargo del proyecto Vaika. Junto a sus colegas Daria Fleyshman y Katerina Adrianova, Gudkov estudia hace cuatro años el envejecimiento de un grupo de perros rescatado de las carreras de trineos.
En este caso, la atención de los expertos está centrada en el daño al ADN que experimenta este animal a medida que pasa el tiempo. Según Gudkov, este proceso degenerativo puede enviar una señal al sistema inmunitario y afectar los tejidos y las células. Esta podría ser una de las grandes causas del envejecimiento relacionado con la edad.
En ese marco, el equipo a cargo de Gudkov está probando un fármaco experimental que podría alterar el mencionado daño al ADN de los perros. “Si el fármaco puede prevenir el daño del ADN, debería permitir que los animales vivan vidas más largas y saludables”, dijo Gudkov, y aclaró que los resultados aún no están listos.