30 años atrás, en Resistencia se hacía obligatorio patentar las bicicletas

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Como siempre que alguna medida busca modificar algún hábito comunitario, la polémica aparece como disparda por un resorte.

Es lo que ocurrió a comienzos de la década de los ‘90, en Resistencia, cuando el gobierno municipal de aquel entonces adoptó una decisión que disparó un fuerte debate entre los vecinos: obligar a los poseedores de bicicletas a que tramitaran una patente para esos vehículos.

Como se podía prever, el anuncio se transformó en tema de discusión y charla en toda la ciudad. Si las redes sociales hubiesen existido en aquel entonces, el aluvión de opiniones, alegatos y memes hubiese sido descomunal.

Pero como eran años desprovistos de esa tecnología, e internet parecía una fantasía propia del cine de ciencia ficción, el revuelo se plasmó en cartas de lectores en los diarios, llamados a las radios e intercambios cara a cara en bares y espacios públicos.

Fue mucho ruido para pocas nueces. O al menos para nueces que desaparecieron rápidamente: a poco de andar, el patentamiento de bicis fue dejado sin efecto.

LA HISTORIA

La decisión fue tomada cuando Elda Pértile ocupaba la intendencia. La reforma constitucional de 1994 no se había realizado aún, y en realidad la intendencia no era un poder ejecutivo nítidamente separado del Concejo, sino que era ocupada por quien los concejales elegían como jefe comunal.

Pértile era entonces una figura destacada de Acción Chaqueña. Sucedió en el cargo a José Ruiz Palacios, que había ganado las elecciones municipales de 1989, pateando el tablero político.

En el ‘91 quiso ser candidato a gobernador, pero la justicia se lo impidió por no poder acreditar los años de residencia en el Chaco exigidos por la Constitución provincial. Entonces fue candidato a diputado, y Pértile quedó a cargo de retener la capital, cometido que logró por amplísimo margen de votos.

Cuando se anunció que el patentamiento de bicicletas sería obligatorio, una parte de la comunidad manifestó de diferentes maneras su desacuerdo. Pero la medida se llevó adelante y a finales de 1991 estaba todo listo para instrumentarla.

A comienzos de 1992 se entregaron las primeras patentes. Los ciclistas las colocaban detrás del asiento, en el guardabarros posterior u otra parte visible.

Sin embargo, los niveles de resistencia se mantuvieron en buena parte de los vecinos alcanzados por la decisión, por lo que a los pocos meses el patentamiento se dejó sin efecto.

La idea de establecer el patentamiento de las bicicletas fue adoptada por la in­tendencia de Resistencia en 1992, como un intento de frenar los robos de esos ve­hículos. Como sucedía entonces con las bicis y luego también con las motos, la ac­ción de los delincuentes era frecuente y alimentaba todo un mercado negro de compra-venta de bicicletas robadas o de
sus partes como respuestos.

El trámite instrumentado por la munici­palidad no era demasiado engorroso, pe­ro demandaba un buen tiempo. Había que acudir al municipio con la bicicleta propia, acreditar la propiedad sobre ella, pagar una tasa y obtener el acta que indi­caba la inscripción de la bicicleta y permi­tía acceder a la patente. Ésta debía ser co­locada en un lugar visible. Los ciclistas generalmente elegían ponerla debajo del asiento, fijada en la parte posterior de és­te. Otros optaban por sujetarla al guarda­barros posterior o en el canasto que algu­nas bicicletas llevaban delante, fijado al manubrio.

La patente era de plástico, combinaba números y letras, y llevaba el logo de Lotería Chaqueña, organismo que colaboraba en el financiamiento del pro­cedimiento.

Cuando el muncipio, por las constan­tes quejas de quienes estaban en desa­cuerdo con el patentamiento, decidió de­jar sin efecto la medida, las personas que habían obtenido sus pantentes se sintie­ron defraudadas. Habían ocupado tiem­po y dinero en algo sin destino.

Un vehículo noble pero para el que la ciudad resulta hostil

La bicicleta es, en las sociedades más evolucionadas en materia de convivencia urbana, un vehículo considerado ideal: no contamina el medio ambiente, no genera ruidos molestos, no consume energías no renovables, no satura las calles y además hace que transportarse de un lado a otro sea, al mismo tiempo, un ejercicio saludable.

La bici es un transporte que no contamina el ambiente, no genera ruidos molestos, facilita la fluidez del tránsito y resulta saludable de usar.

En el Gran Resistencia, sin embargo, la bici afronta a diario importantes contrariedades, como el mal estado de calles y avenidas (estén o no pavimentadas), la inseguridad y la pésima educación vial de los chaqueños.

Frente a ese escenario, hubo campañas y movidas ciudadanas dirigidas a incentivar el uso de la bici en lugar de otros medios de transporte, y también orientadas a generar conciencia acerca del respeto que los demás actores del tránsito deben tener por los ciclistas.

Lamentablemente esas acciones han tenido poco eco, y muchas personas desisten de recurrir a la bicicleta no por desconocer sus beneficios, sino por no sentir que no existen condiciones adecuadas para circular con ellas.