Alejandro Davis (20) pedalea de un lado a otro. Lleva pedidos, hace cobranzas y cada tanto, como pasó ayer, da pruebas de que todavía queda gente honesta. Aquí, una historia de respeto entre personas que no se conocían.
Alejandro Davis tiene 20 años. Nació en General Alvear (Mendoza) y trabaja como cadete en bici. Pasa buena parte del día pedaleando, llevando cosas de un lado al otro. Este miércoles, le encargaron que fuera a la casa de una jubilada para retirar una plata y comprar un remedio. Así empieza una historia real de esas que ayudan a no perder del todo la fe en los argentinos.
Cuando Alejandro llegó a la casa de la señora, ella le entregó un manojo de billetes. Casi sin pensarlo, el joven metió el fajo en su riñonera y se fue.
En un momento, el cadete paró para fumarse un cigarrillo y notó que cargaba billetes de más: el pago que tenía que hacer la señora era de 4300 pesos y le había dado 14.300.
El regreso
Fue uno de esos momentos bisagra; esos segundos que a veces definen quién es uno, o al menos quién quiere ser. Si Alejandro se quedaba callado no pasaba nada. No había modo de demostrar que ese dinero había terminado en sus manos por error. Y sin embargo, empezó a pedalear de vuelta hacia lo de la jubilada.
—Señora, me parece que se equivocó— le dijo cuando ella abrió la puerta.
La mujer comprobó que era cierto. «Gracias. Era la plata que iba a usar para vivir hasta el final de la quincena«, explicó. Según algunas fuentes del lugar, la jubilada no es una persona acaudalada sino más bien lo contrario: una de las tantas vecinas de tercera edad que quedan solas cuando los jóvenes de las localidades periféricas migran hacia las capitales de provincia «en busca de un futuro».
La señora le dejó a Ale una propina de 200 pesos. «Por mí, no le hubiese aceptado nada», diría después el muchacho, conversando con sus colegas.
Juan, el dueño del servicio de mensajería, cadetería y compras Al Toque, se enteró de lo ocurrido y lo publicó en Instagram, y el caso llegó a los medios de ese departamento como Alvear Hoy. «Me pareció que está bueno destacar que existen jóvenes así. Los chicos que trabajan conmigo en la empresa son 9, y son una muestra de que nuestras nuevas generaciones no son vagas. Simplemente necesitan que se les dé la oportunidad de trabajar«, consideró. Al rato, medios locales como Alvear Hoy se hicieron eco de la noticia.
Alejandro Davis nació en Alvear, pasó varios años en Real del Padre (San Rafael) y recientemente volvió a su ciudad natal. Sueña con terminar la escuela secundaria y mientras tanto se gana la vida en la bici o cuidando una fábrica -como sereno- por las noches.
Fuente:MdzOnline