Si no aprendemos a manejar, nos seguiremos matando entre nosotros

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No pasa un solo día que los titulares, tapas de portales o cualquier medio de comunicación que no nos muestre un nuevo caso de un siniestro vial. Todos los días y ya parece una costumbre. Macabra costumbre de la que todos tenemos algo de culpa.

Usted me podrá decir que no puede hacerse cargo por la negligencia o irresponsabilidad de otro, pero es que como sociedad en conjunto hemos hecho muy poco para parar con las muertes viales.

Por no exigir a nuestras autoridades, por no aprender a conducir nuestros vehículos de manera correcta, por no conocer las normas de tránsito, tanto para conductores de vehículos como de peatones, por elegir los caminos más cortos para acceder a nuestra licencia de conducir, etcétera, etcétera.

Hoy la Argentina se da el lujo de perder unos ocho mil habitantes por año a causa de los siniestros viales y más de doce mil personas quedan con secuelas graves y leves que, seguramente, le ocasionaron gastos al erario público, al recurrir a los hospitales o clínicas que dependen del Estado.

Un paso positivo dio la gestión del gobernador Peppo de construir una pista para aprender a manejar que, si bien está incompleta y lejos, es un paso al fin y será cuestión de presionar a las actuales autoridades y funcionarios para completarla y comenzar a generar conductores bien capacitados. Así, seguramente, dejaremos de atropellarnos, chocarnos y matarnos entre nosotros.

Es imposible lograr bajar los índices de siniestralidad si no nos educamos y aprendemos a manejar como corresponde, a ser más respetuosos de la vida y la vida de nuestros semejantes, a salir más temprano para prever retrasos y complicaciones en el tránsito, a respetar a los inspectores, a respetar semáforos y señales y, fundamentalmente, a vivir en comunidad.

Hoy amanecimos con otra ingrata noticia del siniestro vial producido en la Ruta 2, donde un micro pasó de largo una curva peligrosa, ya no podemos hablar de solo curvas peligrosas, las rutas enteras son peligrosas y en este caso la negligencia, el cansancio de los choferes, la falta de reductores de velocidad y una larga lista de etcéteras que confirman el analfabetismo vial que padecemos en toda la República Argentina.

Desde Padres en la Ruta seguiremos con nuestra tarea de crear conciencia, brindar charlas en los colegios e instituciones, insistir con la aplicación del protocolo de controles de alcoholemia y campañas de prevención y seguridad vial. Creemos que seguir luchando por la vida vale la pena.

Fuente datachaco