El sol altera la apariencia y características de la piel. En principio podría traducirse en una piel seca, con prurito, “piel xerótica”, sensación de rugosidad, tirantez y finalmente descamación. Si esto se prolonga en el tiempo comenzarán a formarse arrugas finas.
Es que en verano, la piel se ve constantemente expuesta a una serie de agresiones: cambios de temperatura, viento, exposición a los nocivos rayos UV del sol, utilización de productos químicos agresivos e irritantes, transpiración y contacto prolongado con el agua del mar y el cloro de la pileta. “Esto lleva a que la piel pierde su elasticidad, tornándose áspera, tirante y frágil. Muchas veces puede volverse opaca y se generan imperfecciones”, describió el médico dermatólogo Christián Sánchez Saizar, quien destacó que “por esta razón, es aconsejable poner acento en la humectación de la piel y ayudarla a recuperarse de la exposición permanente a los efectos adversos”.
Según explicó el especialista de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), “la piel deshidratada se vuelve opaca, poco flexible. La piel cambia su textura y es debido a la pérdida de integridad de barrera cutánea y por consiguiente mayor pérdida de agua”.
“Los beneficios inmediatos de un buen cuidado son una piel más suave, más luminosa, lozana y a largo plazo esa humectación adecuada, primero, evita el deterioro natural del envejecimiento y también crea un microclima favorable para que la piel mantenga cierta elasticidad favoreciendo la generación de fibras colágenos y elásticas”, subrayó el especialista.
Prevención, la clave para una piel saludable
La médica dermatóloga Lilian Demarchi es directora de Concepto Estético y miembro de la SAD y destacó que “sin dudas el tratamiento más importante es la prevención: evitar la exposición solar y utilizar filtros solares ya sea químicos o físicos con actividad anti-uva y anti-uvb, aprender a usar el correcto fotoprotector, horarios de exposición solar y uso de ropas adecuadas”.
La cara, el cuello, el escote y las manos son las zonas más expuestas y por ser generalmente nuestra “carta de presentación”, las que más nos preocupa cuidar. “Si bien es cierto que el cuidado de estas zonas es muy importante a nivel estético, especialmente para las mujeres, lo es mucho más desde el punto de vista de nuestra salud”, sostuvo Demarchi, quien brindó algunas claves para prevenir y cuidar la piel:
– No exponerse al sol entre las 11 y las 16
– Buscar la sombra
– Usar siempre un filtro solar con FPS mayor a 30
– Usar sombreros y anteojos de sol
– Organizar actividades al aire libre temprano en la mañana y más en la tarde
– Cubrir la piel con ropa de trama gruesa o que posea filtro solar
– Usar ropa adecuada, inclusive en los días nublados, ya que los rayos ultravioletas también dañan la piel, así como las radiaciones reflejadas en la arena, agua, cemento o nieve
– Cada vez que se realice actividad física al aire libre, utilizar protección solar que sea resistente a la transpiración
– Hidratarse correctamente, ya que durante la práctica deportiva se pierden muchos líquidos y con éstos, vitaminas y minerales
– Aplicar abundantemente filtro solar
– Renovar el protector cada dos horas y luego de cada baño o sudoración excesiva
En ese sentido, Demarchi subrayó que es muy importante adoptar rutinas de cuidado diario, que incluyan instancias clave:
– Humectación
Una buena dieta que incluya gran variedad de alimentos y una buena cantidad de agua pura (aproximadamente dos litros) es generalmente suficiente para la natural hidratación. cutánea.
– Exfoliación
Es el primer paso en el cuidado de la piel. La sugerencia es realizarlo una vez por semana, en forma suave, para eliminar las impurezas de la piel y para recuperar un tono uniforme.
– Hidratación y protección de día
Es fundamental comenzar el día con la piel hidratada y utilizar protector solar antes de salir de casa para enfrentar el calor y los agentes externos que provocan la clásica deshidratación del verano.
– Reparación de noche
Luego de limpiar y tonificar la piel, preparar el rostro para descansar aplicando una crema humectante o bien un producto anti-age, que será el encargado de nutrir en profundidad durante el sueño. La clave es elegir uno adecuado a cada tipo de piel. Este producto es el más importante ya que los principios activos van a actuar cuando la piel esté relajada por la noche.
– Hidratación sectorizada
La piel de cada zona del cuerpo tiene características especiales dadas por la genética y por el grado de exposición al medio ambiente que sufren. Por eso, es fundamental tener en cuenta cómo, cuándo y dónde focalizar la humectación para lograr resultados óptimos. Pueden utilizarse prácticamente los mismos principios activos para cada parte del cuerpo, pero variará el vehículo, la concentración y la forma de colocarlo.
Fuente infobae