Según la visión del FMI, la región experimenta “una recuperación atascada”. Al respecto, considera que la actividad económica “sigue avanzando lentamente”. Para 2019 se espera un crecimiento del PIB del área de 0,6% —la tasa más baja desde 2016— y un repunte a 2,3% en 2020.
Dentro de este contexto, el Fondo se muestra relativamente optimista con relación a la situación argentina. No obstante, esta opinión favorable se conoce después de que el FMI redujera las previsiones de crecimiento para el país y empeorara la perspectiva de inflación. Ahora el FMI proyecta una caída de 1,3% en el PBI Argentino en 2019 y una modesta recuperación de 1,1% para el año próximo (en abril preveía un crecimiento superior, de 2,2%). En el mismo sentido, empeoró el pronóstico de inflación, elevándolo de 32 a 40% para el acumulado del año en curso.
Werner sostuvo que la economía argentina “está recuperándose gradualmente de la recesión del año pasado”. Las proyecciones de crecimiento se sustentan en el “repunte de la producción agrícola y el restablecimiento gradual del poder adquisitivo de los consumidores, tras la marcada comprensión de los salarios reales el año pasado”.
El FMI espera que “la inflación continúe descendiendo” en la Argentina. Sin embargo, aclara que “como la inflación ha sido más persistente, las tasas de interés reales deberán permanecer en niveles más altos por más tiempo, lo que explica la revisión a la baja del crecimiento en 2020.”
Equilibrio
En el capítulo “Políticas económicas» del Blog del FMI, Werner señala que para “la consolidación fiscal sigue siendo una prioridad en muchos países de la región en vista de los altos niveles de endeudamiento público”. Esta situación es la que “probablemente moderará el crecimiento” para morigerar esta situación el FMI propone que se protega “la inversión pública y los gastos sociales bien focalizados, y elevando la recaudación de ingresos y recortando el gasto no prioritario”.
Asimismo estima que el menor crecimiento mundial “la política monetaria puede seguir apoyando el crecimiento en la región, sobre todo si se considera que en la mayoría de los países las expectativas inflacionarias están bien ancladas, las brechas del producto son negativas y las presiones inflacionarias son moderadas” si bien no lo aclara el documento es obvio que esta descripción no le cabe a la Argentina.
En otro orden y como es habitual el organismo advierte acerca de que las “siguen siendo imperativas las reformas estructurales y es necesario acelerarlas para estimular el crecimiento potencial”.
- una mayor apertura de las economías al comercio
- y a la inversión extranjera directa,
- flexibilizar las regulaciones en los mercados de productos
- flexibilizar las regulaciones de mano de obra,
- fomentar la competencia y mejorar la calidad del capital humano y físico.
Brasil, un vecino con problemas
Las previsiones de crecimiento del principal socio de la Argentina, es decir Brasil, también fueron corregidas a la baja. El Fondo espera que el crecimiento del producto brasileño permanezca en un nivel moderado de 0,8% en 2019 y que se acelere a 2,4% en 2020, aunque este pronostico se dará “siempre que se apruebe una reforma robusta del sistema de pensiones, que retorne la confianza, que se recupere la inversión y que la política monetaria siga siendo acomodaticia”.
Además de la aprobación de la reforma de las pensiones, el FMI considera “crucial” una reducción continua del déficit presupuestario en los próximos años para garantizar la sostenibilidad de la deuda pública. Y agrega que “para estimular el crecimiento potencial, Brasil tiene que llevar a cabo reformas estructurales decisivas, como por ejemplo en el ámbito tributario, de las privatizaciones, la liberalización del comercio y tomar medidas para hacer más eficiente la intermediación financiera”.
Sorpresas negativas
El “escaso dinamismo” de las economías regionales es el resultado de “sorpresas negativas en el primer semestre de 2019, la fuerte incertidumbre en torno de las políticas económicas en algunas economías importantes, tensiones comerciales agudas entre Estados Unidos y China y un crecimiento mundial algo más débil”, de acuerdo con la evaluación del organismo.
La débil actividad económica en el primer semestre de este año obedece en gran medida a factores transitorios, como las condiciones meteorológicas adversas que redujeron la producción minera en Chile y el producto agrícola en Paraguay. La actividad minera se moderó en Brasil tras el desastre de la represa de Brumadinho, en tanto que en México el crecimiento se desaceleró debido a una sub ejecución del presupuesto, huelgas de trabajadores y escasez de combustible.
También considera que la elevada incertidumbre en torno a las políticas económicas en algunas economías importantes de la región ha contribuido al poco ímpetu del crecimiento.
Al respecto señala el caso de Brasil, donde “las inquietudes acerca del cronograma y el alcance de las tan necesarias reformas de las pensiones —un proyecto de ley se está debatiendo actualmente en el congreso— han mantenido la incertidumbre de las políticas económicas en niveles superiores a los promedios históricos”.
De igual forma, “en México persiste la elevada incertidumbre debido a la reversión de ciertas políticas económicas, en particular en relación con las reformas de la energía y la educación. Tampoco se han disipado las preocupaciones acerca de la salud financiera y las perspectivas de Pemex”.
De acuerdo al Fondo, los riesgos para las perspectivas económicas continúan inclinados a la baja, y entre ellos advierte sobre la posibilidad de una nueva escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, una desaceleración en las principales economías y condiciones financieras globales más restrictivas.
Los principales riesgos internos incluyen un aumento de la incertidumbre de las políticas económicas, la reversión de reformas y desastres naturales. A comienzos de este año se registraron fuertes flujos de inversión de cartera, los que disminuyeron en mayo y junio y “podrían contraerse aún más de materializarse los riesgos a la baja”, alerta el organismo.