El Fin del Mundo es un sitio arqueológico descubierto en 2007 en un área de difícil acceso en el municipio de Pitiquito, en el estado de Sonora, al norte de México.
El peculiar nombre fue invento de su descubridora, inspirada no sólo por su difícil acceso sino también como una forma de desalentar a los traficantes a que llegaran a saquear el área para después vender las piezas en el mercado negro.
En esta zona semidesértica rodeada por terrenos erosionados y con sedimentos suaves, los investigadores vieron que salían a la superficie restos que al principio creyeron que se trataba de huesos de mamut, pero después después se dieron cuenta de que se trataba de puntas propias de la cultura Clovi.
Los Clovis habitaron en el sur de Estados Unidos. A mediados del Siglo XX fueron considerados la cultura indígena más antigua del continente. Los restos encontrados en Sonora datan de 13.390 años, explicó a Infobae Guadalupe Sánchez Miranda, directora del proyecto.
La punta Clovis es una herramienta de piedra elaborada para la caza por los antiguos grupos del mismo nombre. Sus vestigios corresponden al periodo Pleistoceno Terminal (que comenzó hace 2,59 millones de años y finalizó aproximadamente en el 10.000 a.C).
«La importancia es que hay muy pocos sitios Clovis, en total hay entre 15 y 20 en toda Norteamérica, para México es importante porque estas poblaciones es obvio que en Sonora lograron reproducirse y al final de cuentas son las poblaciones base que fundaron todo América. Podrías decir que son los fundadores o el origen de todos los demás grupos de Mesoamérica», aseguró.
La importancia de estos hallazgos es que esos primeros pobladores cazaban gontoferios (una especie de elefantes ya extintos), y no se conocía que en esta zona hubiera existido este mamífero, y mucho menos que se le hubiera cazado, resaltó Sánchez Miranda.
«Se han encontrado huesos de dos gontoferios que se pensaba que habían desaparecido hace 30.000 años y nunca se habían encontrado en contextos con humanos y ya después encontramos las puntas Clovis», expresó.
– Un lugar como ningún otro
El proyecto se realiza en conjunto con la Universidad de Arizona, el Argonaut Archaeological Research Fund y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, al que entregan todos los hallazgos por ser considerados propiedad de la Nación.
Se estima que en el país existen poco más de 120 puntas Clovis, entre las descubiertas en el Fin del Mundo y las que se encuentran en propiedad de particulares en estados como Baja California, Chihuahua, Oaxaca y Sonora.
«Además de restos de megafauna con puntas Clovis, la zona tiene un área muy grande de campamentos, y eso nos llevó a empezar a hacer las dos cosas: entender el campamento y a buscar más restos», explicó Sánchez Miranda.
Desde hace más de medio siglo en Sonora se habían encontrado puntas Clovis, pero de manera aislada, por lo que algunos pobladores pueden ser dueños de un vestigio arqueológico sin saberlo.
El poblado más cercano se encuentra a cuatro horas de distancia y para llegar hay que recorrer un difícil camino de terracería. La ubicación y las condiciones del terreno hacen que el trabajo en la zona arqueológica sea complicado, todo tiene que hacerse con cuidado para evitar daños a posibles vestigios.
Fuente Diario21.
La mayoría de las puntas se han encontrado rotas, lo que a decir de la investigadora es una muestra de que los Clovis las usaban hasta que se rompían. Algunos restos no tienen colágeno lo que hace difícil establecer su antigüedad, es gracias a fragmentos de carbón encontrados en la zona que se logró establecer que son de hace al menos 13.390 años.
Por el tipo de puntos encontradas en México y en otras zonas de Estados Unidos también se pudo establecer que los Clovis fueron de los primeros grupos que tenían relación entre sí. Otra de las teorías es que cuando esta zona de México se convirtió en desierto y se extinguió la fauna, algunos grupos de Clovis migraron hacia el sur de América en la búsqueda de mastodontes.
Pitiquito está aproximadamente a 200 kilómetros al norte de la capital de Sonora, Hermosillo, y no hay ninguna carretera que la conecte con el Fin del Mundo. La distancia y la estrategia de la investigadora para resguardar la zona arqueológica ha dado resultado hasta ahora, pues incluso para algunos nativos del estado es completamente desconocida.
«Vivo en el mundo histórico y nunca he escuchado muchos detalles de todo esto, es muy del INAH. Ellos tienen sus líneas de investigación y esta es desconocida al 100% entre el público en general, aún en los ligados en historia no se conoce en este momento», aseguró a Infobae José Rómulo Félix Gastélum, cronista de Hermosillo.