Basta que una persona ingrese sola, pida su café y se siente en alguna mesa para que el querido mestizo marrón, de patas cortas y andar casi malevo —aunque muy bonachón— se le siente en frente apenas interprete que es invitado a la mesa.
El alma del bar
Corchito se ganó así el corazón de los clientes legendarios del bar y logró que una nueva clientela llegue a la esquina de Avenida Sarmiento y Las Heras, en Chivilcoy, solo para conocerlo y compartir un rato con él, que siempre está, aseguran, dispuesto a escuchar y ofrecer su pata a cada persona que se toma un momento para compartir un café.
Hace cinco años llegó al bar Dickens (en homenaje a Charles) y sin querer se convirtió en el estandarte de la concientización sobre la adopción de perros y del respeto que merecen. Con su llegada también abrió las puertas del lugar para que otros canes ingresaran, se resguardaran del clima, compartieran tiempo con los clientes y hasta fueran adoptados.
“Debe tener unos ocho o nueve años. Apareció de la nada, vio como perdido y un día se quedo. Después me entere que antes vivía con una familia, que luego se mudó y lo dejó abandonado en la calle. Lo adoptó, pero como estaba en un patio con otros perros, no quiso estar ahí y el mismo se fue. Hasta que llegó al bar”, cuenta Camila Gallando, a cargo del bar y heredera del amor a los perros.
Corchito, que tiene su libreta sanitaria al día, tiene cierta preferencia para acercarse a las personas mayores y las que ingresan solas o que nota un poco tristes. “No pide comida, no pide nada. Solo se sienta y los acompaña. Si le hablan, escucha atentamente. Hubo casos de una cliente que hace poco perdió a su marido, con el que siempre venia al bar y se sentaban con Corchito, y ahora viene sola y lo busca, por ejemplo”, asegura la joven que también cuenta que para evitar malentendidos con los comensales, colgó un cartel en la entrada avisando que allí hay canes.
El bar de los perros
Fue María Julia, la mamá de Camila, la que de alguna manera inicio sin querer la movida perruna. “A mi siempre me gustaron los perros y cuando trabaja como moza en este bar, mi mamá lo compro, y de a poco comencé a meter los que veía en la calle, a darles de comer y ella se sumó”, cuenta.
Así lo convirtieron en el peculiar bar que es hoy en el centro de la localidad que desde 2016 es reconocida como la Capital Provincial del Teatro. Comenzaron también a fomentar la adopción canina y hacerlos parte del lugar.
Aunque Corchito es el mas conocido, y nunca estuvo en adopción, no es el único perro en el bar. Hoy hay cuatro perros Puccini es un mestizo de gran porte y pelaje negro, tiene unos 18 años. “Es el que lleva un pañuelos en el cuello, le gusta eso, y suele estar acostado cerca de la barra del bar. Apareció un día, llego desde el centro, y se quedó. A diferencia de Corchito, no es de estar mucho con las personas”, explica.
Otro de los perros en Manuel, otro de tamaño grande, que al igual que los demás, lleva una chapita que le cuelga del cuello con su nombre. Tiene 4 años y suele estar sentado en una de las ventanas que da a Las Heras. Su historia es una de las caras del abandono.
“Lo tiraron de cachorro en la plaza, ahí lo vimos y entramos”, recuerda. También se quedó y se convirtió en uno en el bar que abrió sus puertas hace unos 20 años. El otro es Hugo, un negrito chico, dos años. En estos años, pasaron muchos perros por el bar y fueron dados en adopción responsable. Camila vive con ocho de ellos en casa. “Además de atender el bar soy miembro de una ONG que rescata perros y les busca una familia”, agrega.
“En Chivilcotas, la ONG, solemos hacer rifas y ferias americanas todos los viernes para recaudar fondos. También nos manejamos con bonos contribución, en caso de que alguien quiera dar una mano, porque es muy difícil sostener tanto trabajo”, admite de la tarea que realizan en el campo ubicado sobre la Ruta N° 30 y que alberga a decenas de perros que esperan ser adoptados.
También alerta sobre la situación que viven los perros que viven en las calles. “Acá hay mucha gente responsable de los casi 100 perros que viven en las calles o en los refugios. Nosotros tenemos unos que durante 14 años vivió en un canil. Es necesario que la gente tome conciencia sobre lo que significa ser responsable con los animales, de la misma manera que es importante dejar de fomentar la compra de perros de raza y adoptar callejeros. Todos necesitan amor y recibir el doble de lo que damos siempre”, dice emocionada.
Para ella, los perros lo son todo y que Corchito sea la cara del bar significa la importancia que quieren que todas las personas le den a los animales. “Acá están ellos y ya se sabe, sin embargo hay quienes entran al bar y ver perros le molesta, y les pegan aunque no hagan nada. Prefiero que no vengan, este bar es un bar que recibe perros y tiene perros como parte de la casa”, finaliza.
Fuente infobae