En marzo, Abril y su perra estaban juntas en Bolivia, las fronteras estaban abiertas y todo hacía suponer que pasarían más tiempo juntas. Pero la pandemia por el coronavirus lo cambió todo. Ahora están separadas y se extrañan.
Abril y «Zorrita» se conocieron en 2018 en La Rioja, en uno de los viajes que hizo la joven por el país. Vivieron juntas en Buenos Aires y luego decidieron visitar el norte argentino. En el camino se hicieron de muchos amigos y cruzaron hacia Bolivia.
«Cuando nos enteramos de la pandemia y el cierre de las fronteras, fuimos al Consulado argentino y decidieron repatriarnos. Nos llevaron hasta Aguas Blancas, en el departamento de Orán, Salta, donde teníamos que tomar un micro que nos trajera hasta Retiro», detalló Abril en diálogo con TN y La Gente.
Lo cierto que al momento de subirse al micro, los choferes de la empresa de transporte le dijeron que Zorrita no podía hacerlo. Entonces, Abril decidió quedarse con ella. «Lloré cómo nunca había llorado en mi vida, me estaban pidiendo que la abandonara y que yo siga viaje a mi casa. Nunca lo haría. Decidí quedarme en la frontera con ella y con mi compañera. El micro arrancó, se fue. Estábamos solas en el medio de la nada y solo había un puesto de gendarmería», contó la joven.
Abril, una amiga y Zorrita empezaron a pedir ayuda y a cada auto que pasaba le pedían que las llevara hasta el pueblo más cercano para poder dormir. Pero nadie las ayudó. Anduvieron un largo rato hasta que volvieron a la estación de la gendarmería donde explicaron lo que estaban pasando. Los oficiales les dijeron que tendrían que llevarlas detenidas porque estaban violando la cuarentena y darle aviso a la fiscalía.
Con lágrimas en los ojos y después de contar con lujo de detalles la situación, uno de ellos le dijo que llevaría a «Zorrita» a su casa y que la cuidaría. Ordenó detener el micro -que ya había hecho 100 kilómetros- en el próximo puesto y allí Abril puedo emprender la vuelta a Buenos Aires.
«No tenía más opción, o íbamos detenidas y mi perrita quedaba a la deriva, o subía al micro y mi perrita quedaba en una casa. La respuesta es obvia», contó.