Argentina-Ecuador: una goleada aplastante para cerrar la gira con buenas sensaciones

octubre 13, 2019

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No hay que relativizar la prueba ni montarse a la goleada. El 6-1 que la selección argentina fabricó ante Ecuador en Elche (España) merece valorarse por las conclusiones que el partido (sumado al 2-2 ante Alemania en Dortmund, el miércoles) le permitirá extraer a Lionel Scaloni. La primera, al paso: el cuchillo a fondo de la renovación del plantel ya hizo las tajadas suficientes y conviene detenerlo aquí. Con los más y los menos, el entrenador ya sabe con quiénes contará para apuntar a los dos grandes objetivos que vienen: las eliminatorias que empezarán en marzo y la Copa América -otra más- de mitad de año. Hay afirmaciones de apellidos que se van haciendo costumbre (Paredes, Martínez, Acuña), caras nuevas que ya merecen dejar de serlo (De Paul, la más notoria), hay sorpresas positivas de algunos recién llegados (Alario, Ocampos) y hay, también, dudas que persisten (la dupla de defensores centrales, la más evidente).

Un primer tiempo de absoluta preponderancia ante un rival debilísimo estableció las diferencias definitivas del partido. En ese lapso, además de endosarle tres goles en 12 minutos, entre los 19 y los 31 -Lucas Alario de cabeza, Jhon Espinoza en contras tras un centro de Marcos Acuña y Leandro Paredes de penal-, Argentina dominó todos los registros del juego. Cuando quiso presionar arriba adelantando la línea de volantes, quitó fácil la pelota; cuando eligió exprimir la banda izquierda, Acuña y Ocampos se impusieron siempre; cuando retrocedió, Paredes y Rodrigo De Paul manejaron los tiempos del equipo casi sin oposición. Había un equipo que hacía lo que quería y otro que apenas hacía lo que podía.

Así, esos 45 minutos entregaron la confirmación de Alario como dueño de un ticket hacia el futuro. A la muy buena media hora que había tenido ante Alemania -con un gol y una asistencia- le agregó su excelente cabezazo para abrir el marcador y la facilidad para jugar de espalda, aguantar la pelota y asociarse con los que llegaban. El delantero de Bayer Leverkusen aprovechó mejor que nadie la última llamada de Scaloni: el entrenador había dejado claro que a partir de ahora consolidará al plantel, que no habrá más espacio para pruebas. Entonces, en los amistosos de noviembre volverán Lionel Messi y Sergio Agüero… y también estará Alario.

Las mayores certezas están en el medio de la cancha. El tándem que armaron Paredes y De Paul -con Ocampos y el debutante Nicolás González en las bandas- se consolidó en esta doble jornada. Scaloni cree en ellos: Paredes, que tiene poco espacio en PSG, es el futbolista que más minutos acumula en el ciclo, mientras que el jugador de Udinese exhibe versatilidad. Cerrado al lado del 5 o abierto a un costado, confirmó ahora el lugar que se ganó en la Copa América. Y a ellos hay que agregar a Acuña: contra Ecuador hizo daño partiendo como lateral con una zurda picante y oficio para la posición. Sea esta o en el medio, donde suele jugar. Allí reside lo más rico de las nuevas figuritas con las que juega el DT: de a poco se suma el promisorio Nicolás Domínguez -anotó el quinto gol, con un buen remate desde la puerta del área- a una línea en la que ya está anotado Exequiel Palacios, el chico de River.

En todo caso, más allá de la tranquilidad que da contar con Nicolás Tagliafico -descansó en Elche-, los interrogantes los abre la defensa. Incluso en partidos de baja exigencia como este, la selección no termina de conformar una línea confiable. Las pruebas continuaron con Germán Pezzella -elegido capitán, anotó el cuarto de cabeza- y Walter Kannemann en la zaga, pero está claro que en ese lugar de la cancha no hay garantías. Ni siquiera las ofrece Nicolás Otamendi, el histórico de más flojo rendimiento en la Copa América que ante Alemania se ubicó como central derecho. Un candidato a completar ese lugar es Juaan Foyth, al que Scaloni sigue utilizando como lateral derecho.

El segundo tiempo arrancó con un par de errores argentinos, que parecieron darle vida a un partido destensado. El más clamoroso lo cometió Agustín Marchesín, que siguió con la mirada un tiro libre de Ángel Mena que se coló por atrás de su cuerpo: fue el gol del descuento. Una señal en rojo para el arquero destinado a ser el tercero de la lista, detrás de los esta vez ausentes Esteban Andrada y Franco Armani. Ya en ese momento se había activado la tómbola de los cambios -cuatro en Ecuador en el entretiempo-, que configuraron un escenario diferente.

De pronto, la selección pasó a jugar sin centrodelanteros cuando salió Alario -en el descanso, Paulo Dybala había ingresado por Lautaro Martínez-. En ese dibujo nuevo, el espacio se abrió a los que asaltaban el área desde la segunda línea. El delantero de Juventus -más activo que en Dortmund- abrió espacios para que los volantes llegaran a posición de gol. Así llegaron los que decoraron el resultado: el mencionado de Domínguez y el sexto que escribió Ocampos con un derechazo después de una buena combinación colectiva.

Hubo abrazos y sonrisas en la tarde de Elche, con un puñado de argentinos en la tribuna celebrando la goleada que le regaló la selección. Hubo satisfacción en el final de esta mini gira porque se establecieron las diferencias necesarias contra un rival que también está en formación, rival en lo que viene. La Argentina encontró respuestas y terminó de afirmar su elenco estable, sin esquivar los problemas que acarrea semejante renovación. Mirado con el prisma del futuro, el abanico resulta interesante.