En una jornada que buscaba paralizar la capital chaqueña, sindicalistas se quedaron sin respaldo y la ciudad siguió su ritmo habitual.
En un intento desesperado por impactar en la vida diaria de la ciudadanía, el paro convocado por la CGT en la ciudad capital del Chaco resultó ser un fiasco total. A pesar de los llamados fervientes de los sindicalistas, apenas un puñado de manifestantes, en su mayoría vinculados a movimientos piqueteros con remeras rojas, se sumaron a la marcha.
Mientras los dirigentes gremiales intentaban realizar un acto de protesta con escaso respaldo, la realidad en las calles era otra. Comercios, bancos y lugares de trabajo continuaron sus actividades de manera normal, evidenciando la falta de adhesión al paro por parte de la población.
Este episodio pone de manifiesto el creciente descreimiento y la escasa representatividad de los líderes sindicales y políticos en la región. Los trabajadores, cansados de sentirse manipulados y desatendidos, enviaron un mensaje claro: no confían en entidades gremiales que parecen velar más por sus propios intereses que por los de quienes dicen representar.
La poca convocatoria refleja un quiebre entre los trabajadores y las entidades que supuestamente los defienden, cuestionando la legitimidad y la efectividad de los paros como herramienta de protesta. Este fracaso deja en evidencia la necesidad de replantear estrategias por parte de los líderes sindicales, quienes deben reconectar con las bases si desean recuperar la confianza de los trabajadores en el futuro