Cada región del mundo necesita prepararse para olas de calor sin precedentes. Así lo vienen advirtiendo los expertos que estudian el cambio climático. Una nueva investigación que acaba de publicarse en la revista Nature Communications también señaló qué lugares corren mayor riesgo de sufrir un calor récord en el futuro e instó a las personas a comenzar ahora a tomar recaudos para unos fenómenos meteorológicos que tal vez no hubieran creído posibles en el pasado.
El estudio realizado por la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, mencionó entre las áreas de “mayor riesgo” a América Central, en especial, a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Según se deduce de los gráficos del análisis, una zona de “riesgo particular” es el noroeste de Argentina. Alertó, asimismo, sobre las consecuencias que podría tener para buena parte de Europa.
Los investigadores identificaron qué ubicaciones probablemente hayan pasado ya por estas experiencias, pero que no fueron registradas por sus débiles conteos de temperatura. También consideraron factores que hacen que ciertas comunidades sean más vulnerables que otras, como el crecimiento demográfico en auge y el acceso limitado a aire acondicionado o atención médica. Fundamentalmente, descubrieron que las comunidades que enfrentan el mayor riesgo nunca han lidiado con un calor tan extremo en el pasado. Eso significa que es posible que no estén preparadas para manejar las consecuencias, ya que los planes de respuesta de emergencia tienden a tomar forma después de que ya ha ocurrido un desastre similar.
“Todavía no han tenido motivos para adaptarse, para aprender a vivir con ello —dijo Vikki Thompson, autora principal del artículo, quien ahora es científica del clima en el Instituto Meteorológico Real de los Países Bajos, pero completó el estudio como investigadora en la Universidad de Bristol—. La clave que encontramos es que cualquier parte del mundo podría experimentar una de estas olas de calor más allá de lo que actualmente se ve como posible en el registro de observación. En todas partes hay que estar preparado para ellas”.
La chispa de este estudio fue una ola de calor de 2021 declarada como la “más extrema” registrada en América del Norte. El calor récord en el noroeste de Estados Unidos y el suroeste de Canadá ese año deformó las carreteras y provocó un aumento en las visitas al departamento de emergencias. La infraestructura local simplemente no se construyó para soportar temperaturas que se dispararon unos 20 grados centígrados más que el promedio en algunos lugares en junio.
En la Columbia Británica, el pueblo de Lytton alcanzó los 49,6 grados Celsius, un récord para Canadá. En Seattle, una ciudad acostumbrada a un clima más fresco, muchas casas, por ejemplo, carecían de aire acondicionado. Una ola de calor tan severa habría sido “prácticamente imposible” sin el cambio climático, según descubrieron más tarde los investigadores. Por lo tanto, Thompson y sus colegas se sorprendieron al descubrir que, a pesar de lo impensado que fue ese desastre en Estados Unidos y Canadá, ya han ocurrido eventos igualmente inverosímiles en todo el mundo sin atraer tanta atención.
Thompson y su equipo estudiaron conjuntos de datos que abarcan desde 1959 hasta 2021 para medir la probabilidad de que ocurra un evento tan drástico como la ola de calor de América del Norte de 2021. Esa en particular fue más que un evento de 1 en 10.000 años, determinó el equipo de investigación. Descubrieron que las olas de calor tan extremas también han golpeado el 31% de las regiones que estudiaron, que abarcaban la mayor parte del mundo, excluyendo la Antártida y algunas áreas dispersas que carecen de datos. Los modelos climáticos sugieren que lo mismo podría ocurrir prácticamente en cualquier lugar.
Es probable que algunas zonas estén atrasadas en experimentar una ola de calor récord, ya que aún tienen que atravesar un evento más probable. La región de mayor preocupación, según el estudio, es Afganistán. Si bien la zona ya tiene veranos calurosos, algo así como un evento de 1 en 10.000 años, sería diferente a todo lo que se ha visto en la historia moderna, alcanzando potencialmente temperaturas que ponen a prueba los límites del cuerpo humano. El cambio climático a menudo se lo identifica como un multiplicador de amenazas debido a cómo puede empeorar una situación que ya es precaria.