La sequía sigue siendo el principal flagelo del campo argentino y si bien las últimas lluvias que se sucedieron mejoraron la situación de la producción agropecuaria en algunos puntos del país, la falta de agua es tal y las precipitaciones han sido tan heterogéneas e inestables, que muchas zonas del agro argentino todavía no saben lo que es el alivio.
La parte más afectada por la crisis hídrica se da en las principales zonas productivas del país, como lo es el centro y la franja este, que incluye Santa Fe, buena parte de Buenos Aires y las provincias del Litoral. Allí todavía se sigue consumando el desastre productivo tanto en las explotaciones agrícolas como ganaderas, con escenas a veces dantescas de animales muertos desperdigados por los campos secos.
Martín Rapetti es productor agropecuario de la localidad correntina de Curuzú Cuatía y también desarrolla actividad en campos en las cercanías de Gualeguaychú, en Entre Ríos. Si bien practica la agricultura a través de una empresa, se define como un ganadero que actualmente vive una situación complicada. “Yo estoy en proceso de liquidación de mi rodeo, lamentablemente. Voy a tratar de preservar algo porque tengo genética de más de 80 años. Eso no lo puedo perder, pero se hace muy complicado mantenerlos”, dijo a Infobae.
Rapetti relató que este es el tercer año consecutivo de sequía que viene sufriendo la región y calcula la falta de agua desde ese momento en más de 1.000 milímetros, “lo que hace que los arroyos, ríos y las napas se hayan contraído y ya no haya solo problemas en las aguadas naturales, sino también en las perforaciones, además de que no tenemos pasto”.
Esta situación hizo que Rapetti empiece a despoblar sus campos. “Tuvimos que empezar a sacar hacienda de los lotes. En mi caso particular, suelo sacar 600 cabezas por año en una situación normal y ya llevo sacadas 1.300 cabezas”, dijo y agregó que la preñez de las vacas fue del 40% durante 2022, un índice bajo, pero que este año “no creo que pueda sacar ni un 15%, porque el estado corporal de las vacas de es muy malo. Además se están gastando los dientes de los animales, porque en el suelo casi no hay pasto. Es solo tierra, muy abrasiva. En mi campo de Curuzú Cuatía no va a quedar un solo bovino. Más de 600 hectáreas sin animales”.
Pero tampoco en sus explotaciones agrícolas, especialmente las de arroz, se conseguirán buenos resultados. De hecho, prevé una abultada caída de su producción por el hecho de que solo pudo sembrar una pequeña porción de terreno. “Nosotros tenemos una represa de agua que nos permite sembrar 300 hectáreas, pero la represa se llenó en un 20% nomás y podremos hacer solo 30 hectáreas, por lo que nuestra producción será un 10% de lo que solíamos hacer”, señaló.
“Al límite”
Claudio Berrueta es el presidente de la Sociedad Rural de Venado Tuerto, en el corazón de la denominada zona núcleo, la región más productiva del agro argentino, pero también la más golpeada por la sequía. Y tal es así, que de las últimas cinco siembras que hizo o intentó realizar solo quedó en pie una, al mismo tiempo que no sabe cómo alimentará su ganado en invierno.
Berrueta sostuvo que hoy su campo tiene falta de pasto y que la hacienda “está al límite”. Como agravante, las siembras que él y sus dos hermanos realizaron para generar pasturas y reservas forrajeras fracasaron. “El año pasado hicimos moha de Hungría (gramínea forrajera) para hacer rollos y las tuvimos que ‘quemar’ todos. Ya en este año preparamos 30 hectáreas para siembra, pero también se secó toda, porque no vinieron las lluvias y se produjeron calores por encima de los 40 grados. Esto quiere decir que no vamos a tener rollos para alimentar a los animales, lo cual nos deja en una situación muy complicada. Intentaremos hacer una avena temprana para intentar tener alimento”, agregó.
Pero anteriormente, las cosas tampoco funcionaron. En plena desastrosa campaña triguera, Berrueta apostó por la avena, pero tuvieron que “soltar los animales sobre los lotes porque no pudimos producir nada, quedó todo seco. Nos preparamos para maíz de primera y tampoco lo pudimos sembrar. Recién pudimos implantar uno de segunda cuando se produjo una lluvia en diciembre, que hoy por suerte no está en malas condiciones”.
Pero Berrueta, quien asegura nunca haber visto una sequía de tal magnitud, entiende que por más que pueda conseguir reservas forrajeras, el daño en su rodeo ya fue hecho. “Esta situación nos va a afectar en la preñez de las vacas, porque no las tenemos en buen estado corporal, por lo que vamos a tener una merma de productividad. Nosotros teníamos un índice de destete del 83% y este año seguro que va a caer, aunque todavía no sabemos bien en cuánto”.
“Cotillón”
Ignacio Kovarsky es productor agropecuario, veterinario y tambero de Trenque Lauquen, una zona del territorio bonaerense donde la sequía golpeó a la ganadería y también en la agricultura. Pero también, Kovarsky forma parte del Consejo Directivo de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), por lo que también tiene una mirada política sobre el asunto y críticas ante la reacción oficial ante tal desastre.
“Estamos teniendo temperaturas muy duras y que son un soplete porque hace 38 o 40 grados con viento y eso te hace pedazos los cultivos. Uno va al campo a las 10 de la mañana y ya se ven todos los cultivos arrugados. No hay demasiada amplitud térmica, la noche termina siendo de 28 grados”, indicó Kovarsky. En este sentido, remarcó que “el día a día del productor es durísimo. Ir al campo y ver cómo se te están muriendo los cultivos, saber que las cuentas que hay que pagar están y tu familia y el chico que tiene que ir a la facultad… Es durísimo eso. El día a día es durísimo. Entonces, entremedio de eso, (el Gobierno) anuncia todos esos anuncios vacíos”.
“Lo desesperante es que las vacas no llegan a la manga (para poder ser trasladas). Viene la vacunación de aftosa y no las voy a poder llevar porque no llegan a la manga, o sea, se me mueren porque no tengo agua, es desesperante”, dijo Kovarsky y se quejó que ante tamaña situación no haya una respuesta adecuada de la política, según su criterio: “No la van a ver (a la situación) porque están discutiendo a ver quién va primero en las listas, están viendo cómo llegan, están viendo la palmadita en la espalda para ver a quién empujan y quién llega hasta ahí. Cuesta muchísimo”.
En cuanto al Gobierno nacional en particular, entiende que las medidas de ayuda que se anunciaron la semana pasada, “son parte de la Ley de Emergencia. Son cosas que ya están, ya están estipuladas y las dilatan. Crean mesas para evaluar ahora el impacto de la sequía. La verdad es que yo creo que es un Gobierno de cotillón”.
Fuente infobae