Calamitoso estado del primer tramo de la autovía Nicolás Avellaneda

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Son poco más que 4 kilómetros, pero transitarlos se convierte en una odisea, paradójicamente, cada vez más costosa. Se trata del primer tramo de la autovía de la ruta 16, Nicolás Avellaneda, fundamentalmente en el sector que va desde la bajada del puente General Belgrano hasta la rotonda de empalme con la ruta 11, en la zona norte de la capital provincial.

Inaugurada en el primer tramo de la primera gestión de Jorge Capitanich, la autovía se mostraba como un alivio para el intenso tránsito interprovincial que exigía una doble vía, más allá del insalvable ‘cuello de botella‘ que significa el puente y el par de quilómetros que lo separan de la estación de peaje.

Sin embargo, los problemas en el asfalto son permanentes.

La explotación de la concesión pasó de manos privadas; con resultados similares en la práctica.

BACHES PELIGROSOS

Las imperfecciones se notan desde la bajada misma del viaducto interprovincial. La cinta asfáltica denuncia el paso de los camiones y colectivos, de media y larga distancia que han dejado su huella, literalmente, impresa en múltiples sectores y por varios metros.

Los baches entre el kilómetro 3 y el 7 de la autovía son cada vez más comunes y peligrosos para los conductores.

Hay que tener en cuenta que se trata de un tramo de la ruta en la que, haciendo cálculos modestos, transitan unos 15.000 vehículos por día, incluyendo motocicletas, cuyos conductores arriesgan su vida y la seguridad de terceros al intentar atravesar normalmente ese sector.

Lo grave es que la cosa se complica aún más una vez que se pasa el peaje, siempre en sentido de Corrientes a Resistencia: a los enormes baches, con pozos profundos, se suman las paupérrimas condiciones de la banquina.

Los conductores están obligados a maniobrar peligrosamente para evitar colisiones, paradójicamente opagando cada vez más por recorrer ese tramo.