Por Darío Zarco |
Fuiste a la escuela en la época en la que no se tuteaba a la maestra. Pero, como diría Macri: “Pasaron cosas”, y ahora te chupa un huevo, te cagás de risa en su cara.
Llamás aumento al descuento.
Hace un año tartamudeaste media hora hasta que al final prometiste la cláusula gatillo para que los salarios no vuelvan a perder contra la inflación. Y hubieras prometido e oro y el moro, hubieras vendido el alma al diablo para que el ciclo lectivo comenzara en tiempo y forma por primera vez en mucho tiempo.
Prometiste, pero no cumpliste.
No hubo aumentos. La pauta salarial no llegó ni a la puerta del supermercado. De la cláusula gatillo, ni hablar. En vulgo: no gatillaste.
Te escondiste en la pandemia de coronavirus para no atender los reclamos salariales. Financiaste el sistema educativo a costa de los docentes que trabajaron gratis y te ahorraron infraestructura y equipamiento, no hubo horarios, ni asuetos ni feriados, ni licencias, ni vacaciones, ellos pusieron su casa, su luz, su agua, su celular, su computadora, su conexión, su tiempo, su familia.
Hoy tu “mejor propuesta salarial del país” es pagar una ínfima parte de la deuda, con un año de atraso y a cuentagotas. En síntesis, que cada docente financie su propia “recomposición” salarial y encima te sobre plata. La peor de todas las propuestas del país es mejor que eso.
El equis por ciento de aumento que prometés para marzo y abril de este año no paga ni los intereses del año pasado, menos pagará las necesidades que ya pasaron los maestros y sus hijos por tu culpa.
Ahora esperás ansioso la segunda ola. Para vos sería un regalo del cielo: más cuarentenas para esconderse de los reclamos. Y cuanto más infecciosa y mortífera, mejor. Nada que no puedas tapar con propaganda, decretando duelo o plantando un árbol.
Los gremios debieron demandarte por incumplir el acuerdo, y exigirte poner uno sobre otro. Por menos que esto los trabajadores judiciales ganaron un juicio histórico y multimillonario al Estado.
Pero hay que esperar sentado. Con la misma convicción con que en 2019 firmaron al acta de matrimonio Pro Coquí Gobernador, los sindicalistas le dieron una vuelta más a la rosca y el nuevo pacto ya fue título de tapa: el Gobierno miente y los gremios hacen lo que mejor saben hacer: nada.
Pero como en 2019, las bases desbordadas ganan la calle y en vez de seguir a sus dirigentes se los llevan puestos. Y una vez más los históricos apelan a sus pecheras para sobrevivir, y abrazan sus cajitas para ahuyentar el fantasma de las desafiliaciones.
Calculando, a ojo de buen cubero:
Considerando la inflación fantástica del Indec, sólo por “gatillar”, a un maestro nuevo le debés unos 45 mil pesos, y a un director con antigüedad, más de 100 mil. A 5,80 pesos el punto, son unos 7.750 puntos para uno y 17.250 para el otro.
Pero los querés arreglar con 800 puntos por cabeza por todo concepto, a todos por igual, en cuotas, sin intereses y con un año y pico de gracia.
Es como pagar 28 pesos, dentro de un año y en 2 veces, un kilo de carne que hoy cuesta 600.
Te cagas de risa en su cara.
Hay que educar con el ejemplo. Si te importa la educación, honrá tus deudas. Cómo hacerlo en sólo 3 pasos: 1: reconocer, 2: calcular; y 3: pagar, con intereses.
Acto seguido, pensá en los sueldos de este año, ya es hora.