El año pasado el galardón entregado anualmente por el Comité Nobel Noruego fue para la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, por su trabajo para llamar la atención “sobre las catastróficas consecuencias humanitarias del uso de armas nucleares y por sus esfuerzos pioneros para lograr un tratado de prohibición de esas armas”. En esta nueva edición del premio, las Abuelas de Plaza de Mayo integran la lista de 329 candidatos, de los cuales 217 son personas y los restantes son asociaciones civiles. Vale recordar que dos argentinos obtuvieron este galardón: el canciller Carlos Saavedra Lamas lo recibió en 1936 y el en 1980 fue para el dirigente de derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel.
Un aspecto para destacar de la postulación de las Abuelas de Plaza de Mayo es el hecho de que en el acto que se realizó en la Cámara de Diputados de la Nación para dar a conocer la noticia estuvieron presentes legisladores de todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria, incluido el bloque oficialista de Cambiemos.
El legislador Daniel Filmus, del Frente para la Victoria, fue quien postuló a Abuelas de Plaza de Mayo al Comité Noruego del Nobel. A través de un comunicado, el diputado fundamentó la decisión de proponer la candidatura del organismo que preside Estela de Carlotto, señalando que “en sus sus cuatro décadas de trayectoria, las Abuelas han logrado localizar y recuperar la identidad de 127 argentinas y argentinos. En ese camino, la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo se consolidó como un actor fundamental en la organización de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia en relación con los delitos del terrorismo de Estado, no sólo en nuestra sociedad sino también en la comunidad internacional”.
Pero hay un hito en el arduo trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo que no es tan conocido por la mayoría de los argentinos, pese a que se trata de una aporte a la ciencia que tiene una enorme proyección internacional. Se trata del llamado “Índice de Abuelidad”, y que surgió como respuesta a las dificultades que tenían las abuelas para identificar a sus nietos ante la ausencia de los padres de los niños a los que se había robado su identidad.
Fue así que las Abuelas establecieron contacto con investigadores de universidades de distintos países con el fin de determinar si era viable usar la sangre de los abuelos y de otros familiares para identificar a los nietos apropiados por otras personas. Un grupo de investigadores en genética de Estados Unidos tomó el caso y al cabo de un año de intenso trabajo lograron dar con una fórmula que permitía determinar lo que luego se llamó “índice de abuelidad” que garantiza un 99,99 por ciento de eficacia en la determinación de parentesco. Hasta entonces, los ex ámenes de sangre eran los empleados para determinar paternidad, pero en el caso de estos nietos esa prueba no se podía realizar porque los padres estaban desaparecidos. El nuevo índice fue presentado luego a la Justicia, que lo incorporó como prueba en los juicios. Se utilizó por primera vez en 1984 cuando recuperó su identidad una niña que había sido secuestrada junto a sus padres y, tres años más tarde, la misma técnica fue empleada para identificar a otra nieta que había nacido en cautiverio. Volviendo a la postulación de las Abuelas al Nobel de la Paz, debe señalarse que es la sexta vez que se las postula como candidata a ese premio. Pero más allá de lo que finalmente decida el Comité Noruego, la sociedad argentina debe reconocer la tarea titánica realizada por el organismo que preside Estela de Carlotto en favor de los derechos humanos y la democracia, en un país en el que todavía se sigue buscando a los nietos apropiados que aún no recuperaron su identidad.
Fuente diario norte