Estafa de amor Francés, «Jerome», buscado por la Interpol, no pudo engañar a una Chaqueña

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Se trata de una docente chaqueña, quien terminó siendo la presa de un fraude amoroso en internet. Un truco de confianza que involucra intenciones románticas fingidas hacia una víctima, ganando su afecto y luego usando esa buena voluntad para cometer fraude. Los actos fraudulentos pueden implicar el acceso al dinero de las personas, cuentas bancarias, tarjetas de crédito, pasaportes, cuentas de correo electrónico o números de identificación nacional o al hacer que las víctimas cometan fraude financiero en su nombre.
El 2 de febrero de 2018, «María» –la víctima prefirió reservar su identidad- recibió una solicitud de amistad a través de Facebook de un tal Jerome Vallaud. Sorprendida, preguntó por mensaje privado, quién era y cómo la había contactado. Él, sereno, respondió que la encontró como “amigos de amigos”. Ella confió ya que un familiar residió en Europa, creyó que quizás conocía a amigos de amigos, algo común en las amistades de Facebook.
Luego, Jerome, pidió permiso a María para “entablar una conversación”. “Siempre se mostró muy amigable y educado, y que respetaba si yo no quería hablar con él. Intercambiamos los lugares de residencia, y es allí donde me pide mi correo electrónico y me envía el enlace para conectarnos por Hangouts porque no dominaba bien el español”, cuenta María.
Comenzaron a hablar todos los días. Jerome dio detalles de su vida, contó que tenía 60 años, que era viudo, que estaba solo en la vida, ya que no tenía a sus padres y “se quedó sin amigos porque tanto sus suegros como sus amigos lo culparon de la muerte de su esposa”. Habló de su trabajo, diciendo que era operador de minería, compraba oro y vendía a joyerías; dijo que residía en Lille, al norte de Francia (límite con Bélgica), que vivió en París y que estaba por comprar una mina para explotarla.
Todo iba bien, las charlas se tornaron “muy románticas”. “Creció tanto el vínculo que se comunicaba día y noche, mandaba mensajes, había cariño”, se lamenta María.
Él le envió canciones en francés en las que le juraba amor eterno, también le mandó fotos amigables de su casa, trabajo y un perro, “Pinou”, imágenes informales de día domingo, de su corbata en “la oficina”. “En todas parecía ser una persona agradable”, dice ella.
“Comencé a escribir un diario personal de todos sus escritos porque la intención era mostrarle en persona cuando supuestamente nos viéramos. Sentí que era una historia de amor, poco convencional, porque conozco de muchas personas que se conocen, enamoran y forman parejas por internet, entonces me prometí no ser desconfiada”, relata María.
En la relación, dos situaciones la pusieron en alerta: la primera es que solo una vez Jerome quiso saber sobre su realidad familiar, oportunidad que ella aprovechó para compartir con él, fotos de sus hijas y nietos; la segunda tuvo que ver con lo económico. El hombre, la interrogó acerca cómo era la vida de una docente argentina, preguntó cuánto cobraba y cómo vivía. Hablaron de unas deudas que ella tenía, a lo que él se ofreció a sacar dinero de su plazo fijo de la herencia de su padre para ayudarla a saldar esas deudas. Pero María se negó a pesar de que Jerome “todo el tiempo pedía que confíe en él, era muy reiterativo en este pedido”.
Al día 27 de este romance por internet, Jerome dio su primer gran golpe. Le habló a María de una “gran preocupación”: su gerente lo había llamado, que era “algo urgente y grave”.
“Mi postura siempre fue de calma y tratar de ser una contención emocional para él”, cuenta ella. Pero él, le dijo que necesitaba 2 mil euros para pagar a un notario –escribano- y que luego de eso, accedería a la herencia de su padre de 2 millones de euros.
“Por 25 días fue absolutamente calmo y romántico. Fue allí donde le saco la careta y le pregunto si estaba en la red de estafas cibernéticas. Le dije que había investigado y que ya conocía esos casos, él me respondió ofendido, me dijo que no estaría hablándome un mes, y que sólo quería compartir su preocupación como pareja que éramos. Al día siguiente llegó lo que esperaba: me pidió que lo ayude a solucionar su problema, que le preste esos 2 mil euros que necesitaba, y me aseguró que me devolvería y que también saldaríamos mis deudas”. Ese pedido confirmó la certeza de María: “Jerome es un estafador”.
Esa noche María no durmió, buscó en internet todo sobre estafadores románticos, descubrió que Jerome tenía alrededor de veinte perfiles truchos, y que había a estafado a mujeres de todo el mundo. Pero a ninguna en Argentina, según pudo investigar.
También halló todo tipo de avisos en páginas de Interpol, el FBI (Estados Unidos) y otros sitios de alertas sobre delitos informáticos y económicos.
“Ojalá mi historia llegue a muchas mujeres, estas personas abusan de nuestra bondad, nuestras esperanzas de encontrar un amor sano, tenemos que estar alerta”, afirma María.
(*) Periodista