Daniel Escalante, un joven qom del Chaco, logró recibirse de abogado en la Universidad Nacional del Nordeste. El flamante egresado sacó la última materia tras cursar en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas de la UNNE. Ahora, lleno de expectativas, dice que pretende ser un nexo para colaborar con sus hermanos de los pueblos originarios.
Nacido en el seno de la familia Notagay, muy reconocida dentro de la comunidad qom, Daniel recibió el apellido Escalante a los 8 años. Recuerda con orgullo un camino trazado a base del propio empuje y la solidaridad de amigos y compañeros de estudio. El reciente graduado destacó el rol trascendente de sus tutores del Programa Pueblos Indígenas -PPI- para alcanzar su sueño.
Criado al calor de sus abuelos en el paraje La Matanza, a 50 km Sáenz Peña, Chaco, recuerda su niñez, cuando observaba “cómo vestían los abogados”, y en esa mirada inocente llena de admiración fue construyendo el perfil del hombre que busca ser hoy. Contó que hasta la adolescencia no tuvo noción de los alcances de esta carrera. “Cuando la tuve, estaba relacionada con algunas desigualdades que sufría la comunidad en sí, eso me despertó el interés de decir: ¿Por qué no estudiar leyes?”, rememoró con humildad.
Mirada colectiva
Para Daniel, ya en esos años, era necesario revertir ciertas brechas que se dan en los ámbitos públicos. Así creció en su persona la mirada colectiva de los problemas de sus hermanos de comunidad y la necesidad de indagar en “una herramienta” para evitar la discriminación. “¿Por qué no, sentarme a hablar de igual a igual?”, se dijo al advertir cierta “desatención y discriminación” de algunos operadores del Estado.
“No conocía la UNNE, no tuve ningún test de orientación vocacional”, sostuvo. Pero cuando el destino está escrito todos los caminos lo condujeron hacia la Facultad de Derecho. “La mamá de un amigo tenía una hija en la Facultad, me dijo: “¿Querés estudiar? Le digo a mi hija que te averigüe la carrera, cuántas materias y años son, para que te puedas ubicar y orientar”. Respondí que sí, sin tener los recursos económicos”, retrucó.
Tiempo después y con requisitos en mano, ya no hubo marcha atrás para este proyecto profesional, pese a que sus padres desconocían la decisión. “Lo tomé como una obligación hacia la señora que me había averiguado todo”, recordó.
“No conocía nada”
Así, un caluroso día de diciembre, al cierre de la inscripción, sus datos ingresaban en el área Alumnado. Sin conocer la ciudad y con un mapa trazado a mano, Daniel se introdujo en el mundo universitario. “No conocía ni la palabra campus”, decía entre risas.
El primer año compartió departamento y aprendió a cocinar. Pese a las dificultades para interpretar los textos en un principio, avanzó con los apuntes; después perdió el miedo escénico gracias a la insistencia de algunos profesores; y terminó contagiando a varios a los miembros de su comunidad que se animaron a seguir una carrera universitaria. “Muchos chicos están estudiando enfermería, maestro bilingüe; me puso contento que ellos quisieran seguir una profesión que les sirva mañana, saber lo indispensable y conformar una familia”, subrayó el novel abogado.
En ese marco trazó un horizonte lleno de expectativa, para trabajar con la comunidad y ser un nexo ante la Justicia. “Hay muchas personas que no se saben desenvolver ante la Justicia, por temor a no expresarse, siendo el problema más frecuente en la comunicación”. Con la mirada puesta en ese horizonte, Daniel no olvida a quienes lo ayudaron a alcanzar este logro. Agradecido, como le enseñaron en su comunidad, mencionó a su tutora del PPI, la doctora Mariana Ávila, docente de Introducción al Derecho; también a la magister Laura Rosso, coordinadora del PPI, y la profesora Adriana Luján, coordinadora de tutores.
Fuente Diario NORTE