{"id":17034,"date":"2018-11-16T12:55:58","date_gmt":"2018-11-16T12:55:58","guid":{"rendered":"http:\/\/diariosdelchaco.com\/?p=17034"},"modified":"2018-11-16T12:55:58","modified_gmt":"2018-11-16T12:55:58","slug":"a-26-anos-los-macabros-detalles-de-los-femicidios-de-barreda-horror-sexo-con-su-amante-y-lujuria-homicida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/diariochaco.com.ar\/2018\/11\/16\/a-26-anos-los-macabros-detalles-de-los-femicidios-de-barreda-horror-sexo-con-su-amante-y-lujuria-homicida\/","title":{"rendered":"A 26 a\u00f1os, los macabros detalles de los femicidios de Barreda: horror, sexo con su amante y \u00ablujuria homicida\u00bb"},"content":{"rendered":"

Las confesiones del odont\u00f3logo sobre lo que ocurri\u00f3 ese fat\u00eddico d\u00eda en el que asesin\u00f3 a escopetazos a su mujer, su suegra y sus dos hijas. Y su vida hoy, a los 82 a\u00f1os, encerrado en una pensi\u00f3n en San Mart\u00edn.<\/p>\n

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Ricardo Barreda<\/strong>, de 82 a\u00f1os, vive hoy su peor d\u00eda del a\u00f1o. Este mediod\u00eda no quiso salir a almorzar al bodeg\u00f3n cercano a la pensi\u00f3n donde vive, en San Mart\u00edn. Malhumorado, pidi\u00f3 comida al delivery y se qued\u00f3 en su\u00a0cuarto viendo los noticieros. El cu\u00e1druple femicida que el 15 de noviembre de 1992 mat\u00f3 a su esposa, su suegra y a sus dos hijas en su casa de La Plata,\u00a0vive esta fecha como una especie de duelo<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Seg\u00fan \u00e9l, hay d\u00edas en que logra olvidar la matanza que cometi\u00f3 hace hoy 26 a\u00f1os. Pero muchas veces recuerda aquel mediod\u00eda en que jura que la vista se le nubl\u00f3 y comenz\u00f3 a disparar<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abPuedo vivir en paz, a veces, pero\u00a0hay un momento del d\u00eda que me viene todo eso a la cabeza, como un baldazo de agua fr\u00eda o una pantalla que se funde a negro<\/strong>. Lo peor es cuando se cumple un aniversario y en los canales repiten la cosa como si hubiese pasado hoy\u00bb, dijo el ex odont\u00f3logo al autor de esta nota hace\u00a0unos a\u00f1os.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"La<\/div>

La casa del horror hoy, a 26 a\u00f1os del cu\u00e1druple femicidio<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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Aquel 15 de noviembre de 1992, Ricardo Barreda se sent\u00f3 en un banco y mir\u00f3 a los elefantes como si contemplara una obra de arte. Luego se qued\u00f3 fascinado con la jirafa. Cuando sali\u00f3 del zool\u00f3gico de La Plata, dej\u00f3 flores en las tumbas de sus padres y\u00a0se encontr\u00f3 con su amante en una pizzer\u00eda<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Comieron, bebieron y tuvieron sexo en un hotel alojamiento<\/strong>. Cuando volvi\u00f3 a su casa, Ricardo Barreda se encontr\u00f3 con los cad\u00e1veres de su esposa, su suegra y sus dos hijas. Mucho antes del zool\u00f3gico, el cementerio, la pizzer\u00eda y el hotel,\u00a0el odont\u00f3logo hab\u00eda matado a escopetazos a toda su familia<\/strong>. Pero esa noche pareci\u00f3 olvidarlo. Llam\u00f3 a la polic\u00eda con el mismo tono con el que hubiera llamado para pedir un turno con el m\u00e9dico.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Volv\u00ed a mi casa de pescar y me encontr\u00e9 con cuatro bultos. Ac\u00e1 hubo un asalto<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Eso dijo a la Polic\u00eda. Despu\u00e9s confes\u00f3 haber matado a las mujeres de la casa.\u00a0\u00abMe dec\u00edan conchita\u00bb<\/strong>, dijo. Y cerr\u00f3 con una frase m\u00e1s filos\u00f3fica:\u00a0\u00abSupongo que he sido yo. Intuyo que las mat\u00e9 yo porque \u00e9ramos cinco en la casa y de pronto me encontr\u00e9 con cuatro cad\u00e1veres\u00bb.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"La<\/div>

La esposa, la suegra y las hijas de Barreda<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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El drama hab\u00eda comenzado con lo que parec\u00eda un simple asunto dom\u00e9stico. Como se ha dicho, hay tragedias que comienzan con un acto banal. Ese d\u00eda, el dentista Barreda \u2013seg\u00fan su sospechosa versi\u00f3n- agarr\u00f3 un plumero y le dijo a su esposa\u00a0Gladys Margarita Mac Donald<\/strong>, de 57 a\u00f1os:<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Voy a limpiar las telara\u00f1as del techo.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Qu\u00e9 bien. And\u00e1 a limpiar que\u00a0los trabajos de conchita<\/strong>\u00a0son los que mejor hac\u00e9s.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013\u00bfSab\u00e9s qu\u00e9? El conchita no va a limpiar nada la entrada. El conchita va a atar la parra porque las puntas andan jorobando<\/strong>\u00a0\u2013dijo Barreda como si no hubiese escuchado el insulto.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Y como un aut\u00f3mata fue hasta el garage a buscar una escalera. Fue hasta el bajo escalera porque ah\u00ed guardaba un casco. Era cauto: varios conocidos se hab\u00edan ca\u00eddo y golpeado la cabeza mientras ataban la parra. Pero no lleg\u00f3 a levantar el casco porque antes de hacerlo, algo le llam\u00f3 la atenci\u00f3n:\u00a0entre una puerta y una biblioteca hab\u00eda una escopeta V\u00edctor Sarrasqueta calibre 16,5 que le hab\u00eda regalado su suegra Elena Arreche, de 86 a\u00f1os<\/strong>. Inusual y peligroso regalo para un yerno. Se la regal\u00f3 para que saliera a cazar, pero la cacer\u00eda fue puertas adentro: y contra las mujeres de la familia.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"Barreda<\/div>

Barreda le asegur\u00f3 a la polic\u00eda \u201cYo no era yo\u201d despu\u00e9s del crimen<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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La cuesti\u00f3n es que\u00a0la escopeta estaba ah\u00ed, con los cartuchos y una caja al costado<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Y Barreda no dud\u00f3. Manote\u00f3 la escopeta (en el juicio dir\u00eda que una fuerza extra\u00f1a se apoder\u00f3 de \u00e9l) y fue hasta la cocina. En ese momento (c\u00f3mo pod\u00eda saberlo), no supo que ese acto iba a terminar con su vida de hombre an\u00f3nimo. Al otro d\u00eda, el pa\u00eds iba a conocer su desdicha. Iba a ser famoso. Tristemente famoso.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013\u00a1Cuidado, est\u00e1 loco!<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Eso es lo que lleg\u00f3 a decir\u00a0su hija menor Adriana<\/strong>, una abogada de 24 a\u00f1os.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Barreda\u00a0le dispar\u00f3 a Gladys<\/strong>\u00a0y sigui\u00f3 su cacer\u00eda. Despu\u00e9s mat\u00f3 a su suegra.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013\u00a1Qu\u00e9 hac\u00e9s, hijo de puta!<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Esas fueron las \u00faltimas palabras de\u00a0Cecilia, de 26, su hija preferida<\/strong>, que era dentista como \u00e9l.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Barreda no habl\u00f3. La ejecut\u00f3 a tres metros de distancia.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Luego se sent\u00f3 en el sill\u00f3n, abrazado a su escopeta, como si fuera lo \u00fanico que le quedaba. Se hab\u00eda quedado solo. O, mejor dicho, acompa\u00f1ado por cuatro cad\u00e1veres.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"El<\/div>

El odont\u00f3logo durante el juicio hace m\u00e1s de 25 a\u00f1os<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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Barreda sinti\u00f3 un alivio<\/strong>. Desorden\u00f3 la casa como para fingir que hab\u00eda sido un tr\u00e1gico asalto, se subi\u00f3 a su Ford Falcon verde, tir\u00f3 la escopeta en un arroyo y luego, como se dijo,\u00a0se fue al zool\u00f3gico<\/strong>. Lo relajaban las jirafas y los elefantes. Por un momento se pregunt\u00f3 si \u00e9l no merec\u00eda estar enjaulado, en lugar de esos animales. Encerrado en un zool\u00f3gico, como una atracci\u00f3n de circo fat\u00eddico, el hombre que un d\u00eda elimin\u00f3 a su familia en vez de limpiar la parra. \u00bfAlguien se compadecer\u00eda de \u00e9l? Imposible saberlo en ese momento.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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M\u00e1s tarde se encontr\u00f3 con su amante Hilda para encerrarse en un hotel alojamiento.\u00a0En esa pieza oscura dos cuerpos se calentaban. A pocas cuadras de ah\u00ed, otros cuatro cuerpos se enfriaban sin pausa<\/strong>. Antes de volver a su casa, el odont\u00f3logo y su amante comieron pizza.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Al volver a su casa se reencontr\u00f3 con una mezcla repugnante de olores: a cad\u00e1ver, a p\u00f3lvora, a encierro. Desorden\u00f3 el lugar y llam\u00f3 a la Polic\u00eda:<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Entraron a robar a casa. Hay muertos.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Pero los detectives que revisaron la escena del crimen dudaron de que hubiera sido un robo.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Ah\u00ed est\u00e1n los cuerpos<\/strong>\u00a0\u2013inform\u00f3 Barreda con frialdad.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"El<\/div>

El femicida almuerza todos los d\u00edas en el mismo bodeg\u00f3n<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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Al subcomisario \u00c1ngel Petti le sorprendi\u00f3 que dijera \u00abcuerpos\u00bb y no mi mujer, mis hijas, mi suegra<\/strong>. Para el odont\u00f3logo eran bultos despersonalizados. Encima, mientras los peritos trabajaban en la escena del crimen, el odont\u00f3logo fumaba y acariciaba la cabeza de Nahuel, el perro de la familia.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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El subcomisario estaba convencido de que el asesino estaba delante suyo. Luego lo llev\u00f3 a su despacho. Le convid\u00f3 un cigarrillo Benson y le pregunt\u00f3 qu\u00e9 hab\u00eda hecho ese d\u00eda:<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Nada. Bueno, este\u2026 fui a pescar, despu\u00e9s a ver a mi amante. Comimos pizza. Y cuando volv\u00ed a casa me encontr\u00e9 con todo esto.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Petti sab\u00eda que el \u00fanico lugar sin desorden era en la pieza donde Barreda dorm\u00eda solo. Todo estaba en su lugar: la cama hecha, la ropa apilada prolijamente, el piso encerado, los zapatos alineados. No hac\u00eda falta ser un experto sabueso para comprobar que la escena del crimen hab\u00eda sido alterada.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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En un momento, mientras iba a buscar dos s\u00e1ndwiches, Petti dej\u00f3 a Barreda solo. Antes le dio el C\u00f3digo Penal en la p\u00e1gina donde figura el art\u00edculo 34, que establece la imputabilidad o no de una persona y si comprendi\u00f3 la criminalidad de sus actos. Barreda lo ley\u00f3 con atenci\u00f3n.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Cuando volvi\u00f3, Petti le dijo:<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013As\u00ed que una vez hizo un curso de criminolog\u00eda.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Barreda, que d\u00edas antes del cu\u00e1druple crimen hab\u00eda ido a una charla en el Colegio de Abogados, no lo desminti\u00f3.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013\u00bfC\u00f3mo lo sabe?<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013No importa. La cuesti\u00f3n es que lo s\u00e9. Tambi\u00e9n s\u00e9 que practic\u00f3 tiro contra un \u00e1rbol.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013D\u00edgame qui\u00e9n se lo dijo.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Se lo digo con una condici\u00f3n.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013\u00bfCu\u00e1l?<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Que usted me diga\u00a0d\u00f3nde est\u00e1 la escopeta con la que mat\u00f3 a su familia<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013La tir\u00e9 en Punta Lara.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u2013Ok. Lev\u00e1ntese. Vamos para ah\u00ed.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abYo no era yo\u00bb<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Barreda se sinti\u00f3 aliviado con su confesi\u00f3n<\/strong>. Hab\u00eda sido un d\u00eda de muchos alivios: deshacerse de las mujeres de la casa, ir de paseo, comer pizza y\u00a0tener sexo con su amante. Aunque no hay una ley escrita y cada caso es \u00fanico, hay psic\u00f3logos forenses que hablan de la\u00a0lujuria homicida<\/strong>. Dicen que hay hombres que despu\u00e9s de matar tienen la compulsi\u00f3n de tener sexo. Solo as\u00ed pueden saciar la falta de adrenalina.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Los psic\u00f3logos que estudiaron la mente de Barreda creen que haber matado a esas mujeres \u00ablo estabiliz\u00f3\u00bb. Eso opina el perfilador criminal Luis Disanto. Es como si los cr\u00edmenes le hubieran dado un sentido a su vida. Ser a trav\u00e9s del crimen, como el hundido Erdosain de Roberto Arlt. Como abrirse una herida y esperar a que cicatrice. En fin:\u00a0curarse con su propio veneno<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"\u201cDiscut\u00ed<\/div>

\u201cDiscut\u00ed con mi esposa y una nebulosa me hizo perder la noci\u00f3n de las cosas. Escuch\u00e9 voces y vi los bultos en el suelo. Me vi sentado con la escopeta en las manos\u201d, le dijo a la polic\u00eda (NA)<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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Lo ha dicho Barreda cuando explic\u00f3 lo que sinti\u00f3 al momento de matar: \u00abYo no era yo\u00bb.<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abCuando pas\u00f3 lo que pas\u00f3, yo no era yo. Era otro. Un extra\u00f1o. Un desconocido que lleg\u00f3 a hacer lo que yo nunca hubiese hecho.\u00a0Discut\u00ed con mi esposa y una nebulosa me hizo perder la noci\u00f3n de las cosas<\/strong>. Escuch\u00e9 voces y vi los bultos en el suelo. Me vi sentado con la escopeta en las manos\u00bb.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abYo no era yo.\u00a0Vi un bulto, era una persona ca\u00edda. Despu\u00e9s<\/strong>\u00a0vi m\u00e1s bultos<\/strong>. Me pregunt\u00e9 qu\u00e9 pudo haber pasado. Eran ellas. Mi esposa, mi suegra y mis dos hijas. \u00a1Dios m\u00edo, qu\u00e9 he hecho!\u00bb.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abLa idea de matarlas la ten\u00eda en la cabeza<\/strong>. Me humillaban todo el tiempo. No s\u00e9 por qu\u00e9, pero se me hab\u00eda metido en la cabeza una idea fulera. Una idea fuerte. Una idea fija. Una idea de muerte\u00bb.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\u00abEran ellas o yo\u00bb<\/strong>.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Las amigas de las v\u00edctimas dudan que le hubieran dicho Conchita.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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De la ins\u00f3lita simulaci\u00f3n a la soledad<\/strong><\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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El martes 24 de mayo de 2016, Barreda logr\u00f3 una de las fantas\u00edas que persigue todo asesino en alg\u00fan momento de sus vidas:\u00a0ser otro<\/strong>. Llevar el nombre verdadero es casi como tener la marca del crimen cometido.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Ese d\u00eda, el odont\u00f3logo que mat\u00f3 a su familia, apareci\u00f3 abandonado en un hospital de General Pacheco y\u00a0dijo llamarse Alberto Navarro<\/strong>. Una joven crey\u00f3 que se trataba de un pobre abuelo que buscaba amor y hab\u00eda sido abandonado por su familia.\u00a0\u00abLe pido a sus hijas que no sean crueles\u00bb<\/strong>, escribi\u00f3 en Facebook. Cuando le contaron que ese hombre era un asesino y sus hijas estaban bajo tierra, pidi\u00f3 disculpas.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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\"En<\/div>

En el hospital de General Pacheco, donde vivi\u00f3 un tiempo, y dijo llamarse Alberto Navarro<\/span><\/figcaption><\/figure>\n<\/div>\n
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Barreda se hab\u00eda quedado solo. Sin Berta, su \u00faltima novia, a quien llamaba\u00a0\u00abChoch\u00e1n\u00bb<\/strong>\u00a0y con quien vivi\u00f3 dos a\u00f1os en un departamento de Belgrano. Por esos d\u00edas, el odont\u00f3logo se ilusionaba con volver\u00e1 ejercer su profesi\u00f3n y recuperar la casa donde ejecut\u00f3 la masacre.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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El presente de Barreda, que ya no tiene deudas con la Justicia, es el peor que el cu\u00e1druple femicida pudo haber imaginado. Le cuesta caminar, cobra una jubilaci\u00f3n del Pami y vive en una pensi\u00f3n de mala muerte, s\u00f3rdida y con la puerta de entrada enrejada.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Barreda est\u00e1 libre, pero sigue en su propia c\u00e1rcel.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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Acorralado por sus recuerdos, los fantasmas de sus cuatro asesinatos. Y por la vejez, que siempre vence a todos.<\/p>\n

Infobae.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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