Feliz Día del Médico

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Por el Dr. Daniel Grassi, director del Departamento de Posgrados de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Director del Departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario Austral.

El 3 de diciembre se conmemora el Día del Médico en honor a Carlos Juan Finlay Barrés, médico cubano que descubrió, en 1881, que la transmisión de la fiebre amarilla era ocasionada por el mosquito Aedes aegypti.

Es una buena ocasión para que nosotros, los médicos, volvamos a pensar qué significa ser médico, cuál es la esencia de esta vocación, cuáles son nuestros objetivos y obligaciones frente a los pacientes y a la sociedad en su conjunto.

Si bien la medicina tuvo sus comienzos en la prehistoria, cuando se utilizaban hierbas y remedios de la naturaleza, y en la Edad de Piedra, cuando ya se practicaban trepanaciones de cráneo, han sido Hipócrates y Avicena (en el año 980 DC, en Persia) quienes fueron reconocidos como los padres de nuestra profesión.

En sus inicios, el objetivo primario de los médicos era aliviar las enfermedades que padecían los hombres y mujeres de la época con las pocas armas con que contaban. Concomitantemente, surgió en ellos la necesidad de investigar para comprender mejor la génesis y evolución de las enfermedades y poder descubrir opciones terapéuticas útiles. También tuvieron en aquellos comienzos la inquietud de trasmitir sus conocimientos y el arte de la profesión, a quienes quisieran dedicar su vida a la medicina.

Así fue como poco a poco se fue constituyendo la misión de nuestra actividad, esto es: la asistencia a los enfermos, la docencia a estudiantes y colegas, y la investigación para contribuir al avance de los conocimientos.

La información médica ha crecido y lo sigue haciendo a una velocidad increíble y, este conocimiento cambiante y abrumador, nos exige una permanente actualización para poder asistir a nuestros pacientes de la mejor forma posible, de acuerdo a los estándares actuales.

Es en este sentido que debemos reconocer varias responsabilidades y obligaciones con, al menos, cuatro aspectos de la tarea que nos ocupa:

En primer lugar, nuestro compromiso con los pacientes. Esto implica mantenernos actualizados en materia de información médica para poder tomar conductas diagnósticas y terapéuticas con la mejor evidencia disponible (Medicina basada en la evidencia) y que requiere una educación médica continua, a través de lecturas, participación en congresos, jornadas y ateneos, interacción con colegas, entre otras estrategias. Además, tomar las decisiones junto a nuestros pacientes, teniendo en cuenta que ellos son el centro de nuestra actividad y los destinatarios de estas decisiones (Medicina centrada en el paciente). Por último, desarrollar nuestra actividad con la mayor dedicación, honestidad, respeto, empatía y compasión hacia nuestros pacientes (humanismo).

En segundo lugar, nuestro compromiso con la docencia, dirigida a estudiantes y colegas, a través de una activa participación universitaria o en la actividad institucional hospitalaria, e influyendo en los pacientes individuales y en toda la comunidad que nos rodea.

En tercer lugar, nuestro compromiso con la sociedad en su conjunto. Con este fin, se deben administrar los recursos disponibles de la forma más eficiente y con justicia distributiva, ofreciendo a los pacientes todo lo que necesitan, pero a la vez preservando los recursos económicos de las instituciones y de los propios pacientes. Como dijera mi maestro Alberto Agrest: “La riqueza que los médicos generamos para la sociedad es salud y debe ser parte de nuestro esfuerzo que esa salud se pueda distribuir equitativamente”.

Finalmente, nuestro compromiso con la misma Medicina, lo que implica estimular en el ámbito de trabajo la realización de estudios de investigación, especialmente en los médicos jóvenes, y mantener siempre alto el prestigio de nuestra actividad, a través de nuestro comportamiento ético y alto profesionalismo.

Si logramos desarrollar nuestra vida profesional con estas premisas, habremos alcanzado lo que nuestros maestros de la antigüedad y nuestros actuales maestros han esperado de nosotros, y sobre todo lo que nuestros pacientes merecen recibir. Entonces, podremos gozar del respeto de la sociedad y el afecto de los pacientes y de sus familiares.

 

Fuente: Agencia de Noticias Télam.