Casi 9 de cada 10 mujeres sufrieron violencia laboral: la mitad no hizo denuncias

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Son los datos que arroja una encuesta de Bumeran, en exclusiva para Entremujeres Clarín. El miedo a ser despedidas atenta contra las posibles acciones de las víctimas.

Sabrina Díaz Virzi:

El 86% de más de mil mujeres dijo haber sufrido algún tipo de violencia en el ámbito laboral durante el último año, según una encuesta de Bumeran realizada on line en exclusiva para Entremujeres Clarín, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre). Acosos, amenazas y humillaciones se acumulan en la enorme mayoría de las experiencias vividas, mientras un 11% dijo haber vivido violencia sexual y un 5%, violencia física. Mientras los jefes aparecen como los principales perpetradores de la violencia, el miedo adquiere un protagonismo central: más de la mitad de las víctimas dijo no haber denunciado el hecho violento por miedo a perder el trabajo. En el relevamiento, además, las mujeres que sí expusieron el hecho de violencia (ya sea en recursos humanos, con sus compañeros o, incluso, con la persona que ejerció violencia) dijeron que ese relato tuvo consecuencias negativas: a más de la mitad la echaron del trabajo.

Estos datos tienen coincidencia con el último Informe Estadístico sobre Violencia Laboral (OAVL, primer semestre, 2019), el 63% de los casos son mujeres que denuncian situaciones de violencia o acoso en el lugar de trabajo. En su mayoría, el tipo de violencia que manifiestan es de tipo psicológica (85%), seguidos por la sexual (9%) y la física (6%) y por lo general los casos son producidos por un acosador varón.

En términos de desigualdades, el 36% de las mujeres encuestadas aseguró experimentar en su trabajo desigualdad económica (brecha salarial de género, desigualdad salarial ante igual tarea, entre otros) y el 25%, violencia simbólica (estereotipos que reproducen desigualdad o discriminación). Además, un alto porcentaje de hombres e identidades no binarias mencionan, también, haber sufrido principalmente violencia psicológica. En todos los casos, el jefe directo y su superior son los más mencionados en relación al perpetrador de la violencia.

Casi 9 de cada 10 mujeres encuestadas sufrieron violencia en el trabajo. Foto: Shutterstock.

Casi 9 de cada 10 mujeres encuestadas sufrieron violencia en el trabajo. Foto: Shutterstock.

El accionar violento aún silencia a las mujeres

El 44% de las mujeres violentadas dijeron que hicieron algún tipo de acción luego de la situación violenta: casi cuatro de cada diez hablaron con la persona que ejerció violencia, tres de cada diez lo comentaron con su entorno de compañeros y otras tres de cada diez hicieron la denuncia en el departamento de recursos humanos de su empresa. Finalmente, un 3% hizo la denuncia en la policía.

Resulta preocupante que más de la mitad de las que se animaron y decidieron exponer el hecho violento cuentan que hubo consecuencias negativas a partir de su accionar: al 56% de ellas la echaron, al 34% la aislaron laboralmente y al 10% amenazaron con despedirla. Además, el 33% de las que compartieron lo vivido dijo que no hubo consecuencias (ni positivas ni negativas) y, finalmente, la menor proporción fue para las resoluciones positivas, con un 13% (apoyo de los compañeros, ámbito de mayor compañerismo y tratar el tema internamente a modo preventivo, se repartieron uniformemente las respuestas).

Lamentablemente, esta oscura realidad en la que mayormente se describe algún tipo de «castigo» por hablar reafirma el temor de aquellas otras mujeres que decidieron callarse y no hacer nada frente a la situación violenta, que son la mayoría: casi seis de cada diez mujeres (56%) que sufrieron algún tipo de violencia no hicieron ningún tipo de acción o denuncia, principalmente, por miedo a perder el trabajo (63%), a sufrir otro tipo de represalias (28%), a que no le creyeran (6%) y por temor al qué dirán (3%).

«Consideramos importante visibilizar y trabajar la problemática de género desde nuestras encuestas a usuarios y a partir de la difusión de informes. Los resultados demuestran que, a pesar de la lucha por eliminar las desigualdades de género, aún queda un gran camino por recorrer en esta tarea», afirma Lucía Benavente, responsable editorial de Bumeran.

Quebrar la lógica machista

Celebramos el empoderamiento femenino y el cambio de las lógicas machistas y patriarcales que sumían a las mujeres a la invisibilidad y a la sumisión y, con ello, que las temáticas y problemáticas de género hayan adquirido mayor visibilidad, pisando fuerte en las calles y marchas masivas, en las mochilas de las jóvenes, en la ampliación del vocabulario y el cuestionamiento del lenguaje, en los vínculos sororos que contagian fuerza. Pero, a la hora de la experiencia concreta en los trabajos, y más en un contexto de crisis, ¿se perciben cambios frente a estas situaciones? El 65% de todas las mujeres encuestadas asegura que no notó diferencias en el último tiempo y el 84% dijo que en su trabajo no se aborda esta temática. Los números son similares entre los hombres y las identidades no binarias.

Aunque representan una minoría, entre los encuestados que sí mencionan un abordaje de género en sus empresas, se destacan las alternativas de comunicación para hacer denuncias, las políticas y protocolos de actuación.

Las grandes empresas y corporaciones empiezan a contar con protocolos, y las especialistas coinciden en que la incorporación de este tipo de procedimientos formales y claros colabora a quebrar la lógica del silencio, que perjudica y aísla a la víctima. Cintia González Oviedo, psicóloga experta en diversidad y directora de la consultora Bridge The Gap, dice a Entremujeres Clarín que, «sin un marco institucional desde la empresa u organización, es muy difícil ‘ir contra el sistema’. La oficina de recursos humanos debe tener una persona responsable para recibir estas denuncias, de manera anónima, y los procedimientos deben estar documentados y protocolizados».

«Esa es la gran trampa: la mujer no denuncia las situaciones de violencia en las familias porque tiene miedo de perder su situación familiar y, en el trabajo, se tiene miedo a perder el empleo», dice la abogada Cecilia Garau, directora de Protección e Igualdad Laboral, del Ministerio de Producción y Trabajo.

Cómo evitar la violencia de género en las organizaciones. Gentileza Grow.

Cómo evitar la violencia de género en las organizaciones. Gentileza Grow.

«Cuando la persona decide manifestar lo que padece se encuentra con factores inhibitorios tanto internos (emocionales) como externos (institucionales). Por eso, es importante comprender que, para quien está atravesando una situación de violencia, el develamiento es el último recurso, porque significa exponer su experiencia ante la organización», explica a Entremujeres Clarín la psicóloga Natalia López, especialista en violencia de la consultora Grow. «Las personas dudan de ellas mismas, de su trabajo, creen que algo han hecho, se sienten responsables. Cuando finalmente hablan, es porque todas las estrategias previas que implementaron para que la violencia cesara no funcionaron. Y, en ese momento de vulnerabilidad, la institución y el grupo de trabajo duda de su credibilidad, las estigmatiza, se la victimiza, se la re-victimiza. Pasan a ser ‘quilomberas’, se considera que algo quieren obtener. Y lo único que busca una persona que está en situación de maltrato laboral es ejercer su tarea en un espacio libre de violencia», expone López.

El panorama actual

Además de llamar a la línea 144, se puede realizar una consulta en la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL), a nivel nacional, y en las que se abrieron en varias jurisdicciones (como la que se abrió en la Ciudad de Buenos Aires el año pasado). «Las actuaciones de las oficinas son muy profesionales y hay muy buenas resoluciones, porque se aborda con equipos interdisciplinarios, sin embargo, la atención de los casos es a nivel formal -con personas trabajadoras inscriptas-«, opina Garau.

Existe normativa sobre el tema y, específicamente, se describe la violencia laboral contra las mujeres en el artículo 6 de la ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres (2009). Pero falta una aplicación más efectiva de esta norma.

En junio de 2019, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) aprobó un convenio (190) y una recomendación sobre violencia y acoso laboral con perspectiva de género. Considera que el acoso y la violencia atentan contra los derechos humanos, y constituyen una amenaza para la igualdad de oportunidades, que afectan de manera desproporcionada a las mujeres. Argentina inició su proceso de ratificación, y ya hay proyectos de ley en el Congreso. «Prevé que los estados miembros sancionen un marco legal adecuado en el que se prohíba la violencia, políticas públicas específicas para prevención y atención, y políticas en el lugar de trabajo (por ejemplo, protocolos internos en las organizaciones) y la generación de un entorno de ‘tolerancia cero’ frente a la violencia y el acoso. También amplía el ámbito de aplicación personal, a todos los sectores, formales o informales, en todos los ámbitos, también pasantes y postulantes. Incluye reconocer los efectos de la violencia doméstica en el trabajo. Presenta grandes desafíos y tareas para todos los actores del mundo del trabajo, y el desafío mayor que es que sea efectivo y se aplique», detalla Garau.

«Muchas mujeres deciden no revelar una situación de violencia por miedo a perder su fuente de ingresos. Por lo que estas medidas podrían evitar muchos casos de revictimización de quienes están atravesando una situación de violencia de género en el ámbito laboral y, así, fortalecer la autonomía económica de las mujeres», dice la abogada Kathrin Ecke, investigadora de Grow.

Micromachismos y otras desigualdades

Llamar al delivery, preparar el café o tomar notas en una reunión o comprar el regalo de cumpleaños de un compañero son lo que se llaman «tareas domésticas», están fuera del foco de la atención y aquellos que las realicen no recibirán felicitaciones ni obtendrán un ascenso. Sí, estas tareas suelen recaer, mayormente, en mujeres. Estas tareas, «feminizadas», son solo algunos de los micromachismos que empiezan a reconocerse, tras correr un velo cultural (patriarcal y machista) que ocultaba la desigualdad, y las ubicaba en el rol de secretarias, y a los hombres, en roles de jefe o coordinadores de reuniones. Desde hace unos años, estos comportamientos empezaron a tener nombre propio, dando origen a nuevas palabras -muchas aún son términos en inglés- que permiten identificar actitudes que antes no podían ni siquiera nombrarse y, por lo tanto, cuestionar.

En la encuesta que hizo Bumeran, 644 encuestadas mencionaron a las «womenial tasks» -dichas tareas administrativas o serviciales- como uno de los micromachismos más habituales en sus empresas, seguidas por el «hystereotyping» -estereotipos para negar pensar en una mujer como líder, mencionado en 573 casos-, «bropropiation» -cuando un varón toma crédito por la idea de una mujer, por 464 casos-, «el-ja-vu» -cuando un jefe es reemplazado por otro varón, seguido por otro varón y así sucesivamente, por 499 casos-, o «mansplaining» -explicar algo a una mujer de forma condescendiente, cuando ella no lo preguntó, en 429 casos-.

Fuente: clarin